La
percepción es un fenómeno que se aprende: si la cambias, cambias la experiencia
de tu cuerpo y de tu mundo.
En su estado esencial, el cuerpo humano está compuesto de energía e información,
no de materia sólida”.
Nadie pretende a estas alturas embolatarle al romano
Juvenal su frase de hace
veinte siglos en la que preconizaba mens sana in corpore sano.
Tampoco caer en el prurito de un orden caprichoso, en el
que sea el cuerpo o la mente el que determine al otro, atropellando el justo
medio y desdeñando la importancia del bienestar de una adecuada interacción.
Pero
una lectura de libros que convergen sobre el poder de cambiar nuestra biología
a partir de lo que pensamos y sentimos resulta provechosa para revisar un
paradigma que condena a nuestro cuerpo a una inevitable decadencia a medida que
pasan los años.
Las reflexiones del famoso médico, escritor y
conferencista indio cuestionan esa especie de destino maldito que pesa sobre
nuestro cuerpo, condenándolo a un envejecimiento inapelable. Es más: que esa decadencia de nuestras
células, ese deterioro de nuestras funciones vitales está más allá de nuestro
control y que estamos condenados a ser espectadores de nuestro propio
desmoronamiento…
No aparecen en esa especie de purgatorio nociones como la
conciencia, la percepción y mucho menos, el papel determinante de nuestros pensamientos y nuestros
sentimientos en el cuidado y la curación del que no es simplemente un vehículo
en el viaje de la vida, sino el más apreciado compañero.
“Nuestra células escuchan constantemente a nuestros
pensamientos y se ven cambiadas por ellos -señala Chopra, en el inicio de la tarea para
cambiarnos ese chip infeliz-. Un ataque de depresión puede causar
desastres en el sistema inmunológico; enamorarse puede fortalecerlo”.
En fin, que la frontera entre biología y sicología es
capciosa, y que así como la mente influye sobre todas y cada una de las células
del cuerpo, el
envejecimiento humano es fluido y cambiante, “y puede acelerarse, demorarse,
detenerse un tiempo y hasta revertirse”.
Más que una especie de rejuvenecimiento como lo
entendemos a partir de la acción del bisturí, el planteamiento pasa por una cirugía de nuestra mente.
Podemos reescribir la codificación de senectud que ha
dominado ciertas culturas, abriendo el pensamiento a nuevas ideas.
Algunas de ellas son: el mundo físico, incluidos nuestros cuerpos, son una
reacción del observador.
En su estado esencial, el cuerpo está compuesto de
energía e información, no de materia sólida.
La mente y el cuerpo constituyen una unidad inseparable. La bioquímica del cuerpo es un
producto de la conciencia. La percepción es un fenómeno aprendido: si la
cambias, cambias la experiencia de tu cuerpo y de tu mundo.
El secreto, uno de ellos, está en dejar de considerar al
cuerpo como una entidad independiente, incluso como una simple “cosa” que
llevamos y traemos por la
vida hasta que lo conducimos o nos conduce a la tumba.
Es necesaria la intervención de la conciencia, prestar
atención a las voces corpóreas. Escuchar la sabiduría de nuestro amigo y compañero de viaje.
Y en
todo caso, entender, entre otras situaciones, que los estados de
aflicción mental pueden convertirse en bioquímicos, que crean la enfermedad y
en silencio abren la puerta para que entre la muerte.
ALGUNAS LECTURAS RECOMENDADAS
1. Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo, Deepak Chopra
(Zeta).
2. Supercerebro, Deepak Chopra y Rudolf E. Tanzi
(Grijalbo).
3. La biología de la creencia, Dr. Bruce H. Lipton
(Palmyra).
4. En defensa de la felicidad, Matthieu Ricard (Urano).
5. Viaje hacia el bienestar, Deepak Chopra (Debolsillo).
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