Cuando
ores pide a Dios el inmenso regalo de la aceptación serena, activa y alegre.
Aceptación
es asumir en paz la realidad tal como es. En la aceptación no hay espacio para
las quejas.
No es pasividad ni indiferencia ya que,
cuando aceptas algo, también cambias lo que puedes cambiar.
Dios
te da sabiduría para discernir qué puedes mejorar y qué te conviene acoger así
como es.
Sólo llegas a la aceptación cuando estás con
Dios y tienes una
conciencia despierta.
Entonces
vas más allá de lo aparente y ves aprendizajes donde otros sólo ven problemas.
Brilla
una nueva luz cuando eres rico en aceptación, cuando fluyes en el amor con un alma sosegada.
Aprende
de seres que aún en medio del dolor permanecen tranquilos y conservan la fe
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