Las
personas con problemas cardiacos que viven solas suelen morir más pronto que
quienes comparten su casa con otros, según un amplio estudio internacional que
siguió a más de 44.000 personas y cuyos resultados acaban de ser revelados.
Investigaciones previas habían vinculado el aislamiento
social con problemas de todo tipo, desde infartos hasta debilitamiento del
sistema inmune, pero este trabajo se centró en quienes tenían un problema
cardiaco conocido o alto riesgo de sufrirlo.
La razón de la diferencia sigue siendo poco clara, pero el
investigador principal asegura que podría tener que ver con el acceso a
servicios médicos habituales.
"Los
pacientes que viven solos pueden tener más dificultad para reponer su
medicación y tomarla regularmente. Tampoco tienen a nadie en casa para
llamar al médico o a urgencias si no se sienten bien".
El estudio incluyó a más de 44.000 personas, de 45 años o
más, de varios países del mundo. Durante los cuatro años que duró la
investigación, un 7,7 por ciento de los participantes menores de 65 años que
vivían solos murieron, frente al 5,7 por ciento de quienes compartían su casa
con otros.
La brecha fue menor para las personas de entre 66 y 80 años,
pero siguió siendo estadísticamente destacable tras tener en cuenta la edad, el
sexo, el empleo, la raza y el país. Sin embargo, en el estudio, la situación de
soledad de quienes tenían más de 80 años no estuvo ligada a las tasas de
mortalidad.
Para
las personas menores de 80 años, vivir solos podría representar problemas
psicológicos y sociales; mientras para la gente muy mayor que vive sola, esta
condición puede ser más sana e independiente.
Sea cual sea la explicación, el experto señala que los cardiólogos
deberían preguntar de forma rutinaria a los pacientes si viven solos. "Si
la respuesta es que sí, eso podría suponer un aviso y deberían asegurarse de
que los pacientes tienen formas de conseguir su medicación regularmente".
Otra investigación realizada por la Universidad de
California (EE. UU.), concluyó algo muy parecido. Utilizó los datos del Estudio
de la Salud y la Jubilación llevado a cabo por el Instituto Nacional de la
Vejez de ese país y les hizo un seguimiento a 1.600 personas de 60 años o más,
durante seis años.
Los investigadores se centraron específicamente en la soledad
que sentían o experimentaban los participantes y el impacto que ésta tenía en
su vida. Al final, los se sentían o vivían solos tuvieron 59 por ciento más
riesgo de haber tenido un deterioro en la salud y un 45 por ciento más riesgo
de haber muerto.
Quizás la soledad causa cambios en las funciones del sistema inmune o incrementa la respuesta inflamatoria en el organismo (...) Pero el estudio observó un nivel más básico, el nivel social. Al sentirse solo un individuo está menos involucrado con su ambiente y por lo tanto tiene menos probabilidades de involucrarse con su cuidado personal.
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