Sentar las bases de la relación, alimentar el vínculo, crear hábitos de pareja saludables, enriquecer la unión y hacer lo necesario para crecer juntos en equidad son algunas de las claves para tener éxito en el amor
Plantar,
regar, abonar, eliminar las malas hierbas, podar y controlar las plagas.
Estos seis conceptos que pueden encontrarse en cualquier manual de jardinería
esconden en realidad algunas de las claves que explican por qué unas parejas
funcionan y otras no. Nadie dijo que el amor fuera fácil. Tampoco lo es la
jardinería. Ambos requieren paciencia, atención, dedicación, conocimientos y
mesura. Ni mucho ni poco riego. Ni mucha ni poca luz. Ni mucho ni poco abono...
Y aunque algunas personas parezcan tener un talento natural para la jardinería
(y para el amor), la buena noticia es que, si no tenemos este talento podemos
trabajar para cultivarlo.
1.
Plantar o sentar las bases de la relación
Cuando
uno se enamora todo vale. No hay límites, ni tiempo, ni distancia, ni hambre,
ni sueño. Solo el otro. Pero cuando la relación entre dos que se atraen
comienza a ser algo más que el efecto de una reacción química conviene acercar
posiciones y saber «qué queremos el uno del otro». Existe un concepto que habitualmente no se tiene
en cuenta y que ella denomina «contrato de pareja» y que, según explica, tiene
mucho sentido definir porque lo más probable es que cuando se comienza una
relación cada miembro de la pareja parta de muy distintas realidades y
conceptos que conviene poner en común y negociar más pronto que tarde. «Cada persona ha de pensar qué es
lo que quiere, qué
es lo que no quiere y qué es lo que sería negociable o no».
De hecho, la experta explica que uno de los problemas que implica no
preocuparse en plantar y sentar las bases de la relación siendo conscientes de
lo que queremos puede dar lugar en algún momento a situaciones irreconciliables.
«Se unen porque se quieren, porque tienen atracción sexual, etc., pero no saben
muy bien lo que cada cual desearía de una pareja y de un proyecto en común y
eso lleva a que las cosas no se negocien y al final cada uno de ellos esté
buscando cosas muy distintas». Por eso plantar implica sentar las bases tras la
siembra a la que llamamos enamoramiento.
«Una
relación de pareja es el resultado de lo que se hace la mayoría de las veces y
no de lo que se hace solamente a veces».
2.
Regar o alimentar el vínculo cada día
Algunas
parejas tienen una forma de hablarse, mirarse o escucharse que resulta admirable.
Ambos desprenden una sensación de unidad que muestra que ambos tomaron una decisión: el amor es lo más
importante de su vida. Y esa decisión es lo que les mantiene comprometidos con el cuidado de
su relación de pareja tengan los problemas que tengan, ya sea en el trabajo,
con los hijos, en la familia, o por asuntos relacionados con la salud o
el dinero. Pero esto, que parece tan sencillo no sale solo, pues requiere una
intensa tarea que incluye palabras como «esfuerzo», «trabajo» o «atención».
Así, lo que diferencia a estas uniones están comprometidas para trabajar en su
relación y creen que esta es su prioridad. De alguna manera, riegan (o alimentan) esa plantita con
esa dedicación y mesura de la que hablábamos al principio.
Y para ello lo que conviene es crear hábitos de pareja saludables pues, una relación es «el resultado de
lo que se hace la mayoría de las veces y no de lo que se hace solamente a
veces». Algunos de esos hábitos con los que se riega el amor son:
identificar las necesidades emocionales primarias (amor/conexión, importancia,
seguridad y variedad) de ambos, confiar el uno en el otro, buscar momentos íntimos, expresar los
sentimientos y deseos sin herir y tener una visión y un objetivo común.
3.
Abonar o enriquecer la unión
Las
relaciones de pareja sanas se construyen desde una perspectiva de igualdad y de
sensación de equipo que hace que cada uno de los miembros complemente al
otro y viceversa.
Y
para abonar y enriquecer esa sensación propone atender tres aspectos.
El
primero es tener pasión e intimidad con la pareja, no solo en el ámbito
sexual. La clave es que el otro nos resulte «apetecible», en general, es decir,
tanto para charlar, como para echarse una risas, dar un paseo, ver una película
juntos, cocinar juntos o incluso ordenar la casa... «La idea es que no estemos con el otro por estar
sino que disfrutemos estando juntos», revela.
El
segundo implica comprometerse afectivamente, de tal manera que la relación se base en la
confianza mutua y ninguno esté con la duda de si mañana su pareja
seguirá o no en la relación, pues eso genera ansiedad y desequilibra la
relación.
Y el
tercero seria mostrar interés y admiración mutuas. «Preguntarle por su
día a día y reconocer sus logros de modo que admiremos a esa persona por lo que
es y por cómo disfruta con lo que hace (independientemente de que encaje o no
con nuestros gustos o intereses) nos lleva a reforzar los vínculos con ella».
«Cuando
hablamos del amor en pareja se trata de 'querer mejor', no de 'querer más'»
4.
Eliminar las malas hierbas o separar lo importante de lo accesorio
Lo
que no se habla, se inventa o se imagina. Para la psiquiatra y sexóloga la clave del éxito de una
relación de pareja reside en entender que, además del «tú» y del «yo» hay un
participante más en la ecuación amorosa con el que no siempre contamos: la
«relación». Y para que la relación en sí fluya y funcione es importante
la comunicación. Nos permite sentir que nos cuidamos al expresar con respeto
nuestros deseos y necesidades, a la vez que respetamos los de nuestra pareja. Comunicarnos permitirá poner en
común nuestras opiniones sobre distintos aspectos o situaciones que se nos
presenten en la vida en pareja. Y lo más importante, permitirá resolver conflictos de
forma eficaz, reconocer y subsanar vulnerabilidades y fortalecer la
pareja.
Recordemos
que los conflictos son inevitables, que sencillamente aparecen cuando nuestra
manera de pensar dista de la que tiene o manifiesta nuestra pareja.
Escuchar qué tiene que decir el otro ayudará a flexibilizar nuestro pensamiento,
a ver otro punto de vista y a valorar aspectos que no habíamos tenido en cuenta
de modo que nos podamos asegurar de que las decisiones tomadas se han basado en
el análisis de todas las posibilidades. Escuchar a mi pareja y sentirme
escuchado redunda en un mejor clima de relación, permite separar lo importante
de lo accesorio y, de alguna manera, quitar las malas hierbas.
5.
Podar o hacer lo necesario para crecer juntos
«El
amor no basta para que una relación de pareja funcione». Esta reveladora
frase de la psicóloga y terapeuta nos invita a reflexionar sobre las múltiples aristas que componen el
complicado poliedro de los vínculos sentimentales. Y resulta que el amor
no basta porque, tal como explica, a veces no estamos maduros o bien porque venimos
cargados con traumas del pasado y queremos que la otra persona los resuelva o
porque no hay un equilibrio entre lo que damos y lo que recibimos o porque
simplemente no hemos medido el amor. Y todo tipo de amor (con la pareja, con los hijos, con los padres,
con los amigos...) tiene una medida. Cuando hablamos del amor en pareja se trata de «querer mejor» no de
«querer más».
Podar, retirar, cortar o suprimir lo viejo para dejar
brotar lo nuevo, con brío, con vigor y con firmeza permite explorar un terreno
virgen y sentir que crecemos juntos cada día.
6.
Controlar plagas o identificar a tiempo las posibles crisis
Cuando
discutes más que disfrutas, cuando empiezas a no tener ganas de tener
intimidad, cuando le sacas más defectos que elogios, cuando nos sentimos
infelices en la relación, cuando hay reproches y quejas constantes,
cuando intentamos cambiar al otro, cuando le dejamos de admirar o cuando se
pierde el respeto, la cosa va mal y es el momento de actuar para dar un paso
hacia atrás (tal vez definitivo) o hacia adelante que sea capaz de reconstruir
aquello que se ha dañado.
Algunos
buenos recursos para evitar que esa plaga (o conflicto) destruya por completo
la relación son, tener
claro que estar enamorado es desear, querer, disfrutar, caminar en paralelo, querer un
proyecto de futuro al lado de esa persona, tener complicidad, sentir
admiración, pensar en el
otro, desear su felicidad, proteger, sumar, aprender, dejarse aconsejar,
comunicar y compartir. «Cuando estás enamorado vives la vida desde otra
perspectiva y con otra intensidad. Estás comprometido y sabes perdonar, pues orgullo y amor se llevan
fatal».
Sentar
las bases de la relación, alimentar el vínculo, crear hábitos de pareja
saludables, enriquecer la unión y hacer lo necesario para crecer juntos en
equidad son algunas de las claves para tener éxito en el amor
Plantar,
regar, abonar, eliminar las malas hierbas, podar y controlar las plagas.
Estos seis conceptos que pueden encontrarse en cualquier manual de jardinería
esconden en realidad algunas de las claves que explican por qué unas parejas
funcionan y otras no. Nadie dijo que el amor fuera fácil. Tampoco lo es la
jardinería. Ambos requieren paciencia, atención, dedicación, conocimientos y
mesura. Ni mucho ni poco riego. Ni mucha ni poca luz. Ni mucho ni poco abono...
Y aunque algunas personas parezcan tener un talento natural para la jardinería
(y para el amor), la buena noticia es que, si no tenemos este talento podemos
trabajar para cultivarlo.
1.
Plantar o sentar las bases de la relación
Cuando
uno se enamora todo vale. No hay límites, ni tiempo, ni distancia, ni hambre,
ni sueño. Solo el otro. Pero cuando la relación entre dos que se atraen
comienza a ser algo más que el efecto de una reacción química conviene acercar
posiciones y saber «qué queremos el uno del otro». Existe un concepto que habitualmente no se tiene
en cuenta y que ella denomina «contrato de pareja» y que, según explica, tiene
mucho sentido definir porque lo más probable es que cuando se comienza una
relación cada miembro de la pareja parta de muy distintas realidades y
conceptos que conviene poner en común y negociar más pronto que tarde. «Cada persona ha de pensar qué es
lo que quiere, qué
es lo que no quiere y qué es lo que sería negociable o no».
De hecho, la experta explica que uno de los problemas que implica no
preocuparse en plantar y sentar las bases de la relación siendo conscientes de
lo que queremos puede dar lugar en algún momento a situaciones irreconciliables.
«Se unen porque se quieren, porque tienen atracción sexual, etc., pero no saben
muy bien lo que cada cual desearía de una pareja y de un proyecto en común y
eso lleva a que las cosas no se negocien y al final cada uno de ellos esté
buscando cosas muy distintas». Por eso plantar implica sentar las bases tras la
siembra a la que llamamos enamoramiento.
«Una
relación de pareja es el resultado de lo que se hace la mayoría de las veces y
no de lo que se hace solamente a veces».
2.
Regar o alimentar el vínculo cada día
Algunas
parejas tienen una forma de hablarse, mirarse o escucharse que resulta admirable.
Ambos desprenden una sensación de unidad que muestra que ambos tomaron una decisión: el amor es lo más
importante de su vida. Y esa decisión es lo que les mantiene comprometidos con el cuidado de
su relación de pareja tengan los problemas que tengan, ya sea en el trabajo,
con los hijos, en la familia, o por asuntos relacionados con la salud o
el dinero. Pero esto, que parece tan sencillo no sale solo, pues requiere una
intensa tarea que incluye palabras como «esfuerzo», «trabajo» o «atención».
Así, lo que diferencia a estas uniones están comprometidas para trabajar en su
relación y creen que esta es su prioridad. De alguna manera, riegan (o alimentan) esa plantita con
esa dedicación y mesura de la que hablábamos al principio.
Y para ello lo que conviene es crear hábitos de pareja saludables pues, una relación es «el resultado de
lo que se hace la mayoría de las veces y no de lo que se hace solamente a
veces». Algunos de esos hábitos con los que se riega el amor son:
identificar las necesidades emocionales primarias (amor/conexión, importancia,
seguridad y variedad) de ambos, confiar el uno en el otro, buscar momentos íntimos, expresar los
sentimientos y deseos sin herir y tener una visión y un objetivo común.
3.
Abonar o enriquecer la unión
Las
relaciones de pareja sanas se construyen desde una perspectiva de igualdad y de
sensación de equipo que hace que cada uno de los miembros complemente al
otro y viceversa.
Y
para abonar y enriquecer esa sensación propone atender tres aspectos.
El
primero es tener pasión e intimidad con la pareja, no solo en el ámbito
sexual. La clave es que el otro nos resulte «apetecible», en general, es decir,
tanto para charlar, como para echarse una risas, dar un paseo, ver una película
juntos, cocinar juntos o incluso ordenar la casa... «La idea es que no estemos con el otro por estar
sino que disfrutemos estando juntos», revela.
El
segundo implica comprometerse afectivamente, de tal manera que la relación se base en la
confianza mutua y ninguno esté con la duda de si mañana su pareja
seguirá o no en la relación, pues eso genera ansiedad y desequilibra la
relación.
Y el
tercero seria mostrar interés y admiración mutuas. «Preguntarle por su
día a día y reconocer sus logros de modo que admiremos a esa persona por lo que
es y por cómo disfruta con lo que hace (independientemente de que encaje o no
con nuestros gustos o intereses) nos lleva a reforzar los vínculos con ella».
«Cuando
hablamos del amor en pareja se trata de 'querer mejor', no de 'querer más'»
4.
Eliminar las malas hierbas o separar lo importante de lo accesorio
Lo
que no se habla, se inventa o se imagina. Para la psiquiatra y sexóloga la clave del éxito de una
relación de pareja reside en entender que, además del «tú» y del «yo» hay un
participante más en la ecuación amorosa con el que no siempre contamos: la
«relación». Y para que la relación en sí fluya y funcione es importante
la comunicación. Nos permite sentir que nos cuidamos al expresar con respeto
nuestros deseos y necesidades, a la vez que respetamos los de nuestra pareja. Comunicarnos permitirá poner en
común nuestras opiniones sobre distintos aspectos o situaciones que se nos
presenten en la vida en pareja. Y lo más importante, permitirá resolver conflictos de
forma eficaz, reconocer y subsanar vulnerabilidades y fortalecer la
pareja.
Recordemos
que los conflictos son inevitables, que sencillamente aparecen cuando nuestra
manera de pensar dista de la que tiene o manifiesta nuestra pareja.
Escuchar qué tiene que decir el otro ayudará a flexibilizar nuestro pensamiento,
a ver otro punto de vista y a valorar aspectos que no habíamos tenido en cuenta
de modo que nos podamos asegurar de que las decisiones tomadas se han basado en
el análisis de todas las posibilidades. Escuchar a mi pareja y sentirme
escuchado redunda en un mejor clima de relación, permite separar lo importante
de lo accesorio y, de alguna manera, quitar las malas hierbas.
5.
Podar o hacer lo necesario para crecer juntos
«El
amor no basta para que una relación de pareja funcione». Esta reveladora
frase de la psicóloga y terapeuta nos invita a reflexionar sobre las múltiples aristas que componen el
complicado poliedro de los vínculos sentimentales. Y resulta que el amor
no basta porque, tal como explica, a veces no estamos maduros o bien porque venimos
cargados con traumas del pasado y queremos que la otra persona los resuelva o
porque no hay un equilibrio entre lo que damos y lo que recibimos o porque
simplemente no hemos medido el amor. Y todo tipo de amor (con la pareja, con los hijos, con los padres,
con los amigos...) tiene una medida. Cuando hablamos del amor en pareja se trata de «querer mejor» no de
«querer más».
Podar, retirar, cortar o suprimir lo viejo para dejar
brotar lo nuevo, con brío, con vigor y con firmeza permite explorar un terreno
virgen y sentir que crecemos juntos cada día.
6.
Controlar plagas o identificar a tiempo las posibles crisis
Cuando
discutes más que disfrutas, cuando empiezas a no tener ganas de tener
intimidad, cuando le sacas más defectos que elogios, cuando nos sentimos
infelices en la relación, cuando hay reproches y quejas constantes,
cuando intentamos cambiar al otro, cuando le dejamos de admirar o cuando se
pierde el respeto, la cosa va mal y es el momento de actuar para dar un paso
hacia atrás (tal vez definitivo) o hacia adelante que sea capaz de reconstruir
aquello que se ha dañado.
Algunos
buenos recursos para evitar que esa plaga (o conflicto) destruya por completo
la relación son, tener
claro que estar enamorado es desear, querer, disfrutar, caminar en paralelo, querer un
proyecto de futuro al lado de esa persona, tener complicidad, sentir
admiración, pensar en el
otro, desear su felicidad, proteger, sumar, aprender, dejarse aconsejar,
comunicar y compartir. «Cuando estás enamorado vives la vida desde otra
perspectiva y con otra intensidad. Estás comprometido y sabes perdonar, pues orgullo y amor se llevan
fatal».
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