Ayúdame,
Señor, a eliminar cualquier vestigio de crítica, juicio, condena, exclusión y
desamor.
Que
yo supere la separación entre buenos y malos
y entienda que tú estás en
todas las personas.
Si miro con tus ojos y amo con tu corazón, veo a
los enemigos como entrenadores que me pulen.
También
los "malos" son tus hijos y puedo ser compasivo con ellos
como Jesús de Nazareth.
En
lugar de juzgarlos debo amarlos y aceptarlos;
en lugar de condenarlos
puedo tratarlos con bondad.
Cuando
yerran "no saben lo que hacen" y lo mismo hago yo
si me aparto de tu lado.
Padre, en tu plan de amor todo está bien programado y las tinieblas son tan necesarias
como la luz.
Mi
misión es amar en lugar de odiar y comprender en lugar de odiar.
Estoy en la tierra para unir, no para enfrentar.
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