De
seguro has escuchado a algunos padres quejarse así: “Mis hijos son bien
exigentes y no valoran nada”.
Lo que no captan es que toda su vida se dedicaron a
complacer los caprichos de esos hijos.
Incluso en un hogar adinerado cada hijo debería colaborar de
algún modo en el arreglo de la casa.
Pero no, eso suena duro, y un niño mimado aprende pronto es a
pedir, dar órdenes y no aportar.
En la China llaman “pequeños dragones” a estos niños
malcriados, inconformes y exigentes.
Mimar
en demasía es bien frecuente y casi todos los abuelos
fallan en este campo: son expertos en malcriar.
¿Dónde están esos padres o abuelos que ponen
límites? ¿Dónde están los
que equilibran suavidad y dureza?
Si
usted quiere hijos egoístas y desagradecidos ya conoce la fórmula: Sea
complaciente, sobreproteja y eduque sin disciplina.
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