El
Papa Francisco explicó que la santidad consiste en “pertenecer a Dios”, tener
“comunión con Él” y que esta se traduce en “acciones concretas en lo cotidiano,
en el encuentro con los otros”.
Así lo indicó el Santo Padre antes del rezo del Ángelus,
segundo domingo del tiempo de Navidad.
“La
santidad es pertenecer a Dios, comunión con Él, transparencia de su infinita
bondad. La santidad es cuidar el don que el Señor nos dio. Solamente esto:
cuidar la gratuidad. Esto es ser santo", afirmó el Santo Padre.
"Por eso, quien recibe en sí la santidad como don de gracia, no puede no
traducirla en acción concreta en lo cotidiano. Este don, esta gracia que el Señor me dio,
lo traduzco en acciones concretas en el cotidiano, en el encuentro con
los otros”, destacó.
En esta línea, el Pontífice describió que “esta caridad, esta misericordia
hacia el prójimo, reflejo del amor de Dios, al mismo tiempo purifica nuestro
corazón y nos dispone al perdón, haciéndonos día tras día ‘inmaculados’.
Pero -añadió- inmaculados no en el sentido que yo quito una mancha: inmaculados
en el sentido que Dios
entra en nosotros. El don, la gratuidad de Dios entra en nosotros y nosotros la cuidamos y la
damos a los otros”.
Por ello, el Santo Padre rezó para que “la Virgen María nos ayude a
recibir con alegría y gratitud el diseño divino de Amor realizado en Jesucristo”.
Además, el Papa Francisco señaló que “las lecturas bíblicas nos
ayudan a alargar la mirada, para tener una plena conciencia del significado del
nacimiento de Jesús”.
En concreto, el Papa recordó que el pasaje del Evangelio
del Prólogo de San Juan “nos
muestra la novedad impactante: el Verbo eterno, el Hijo de Dios, se hizo
carne”.
“No
solo vino a vivir entre el pueblo, sino que se convirtió en uno del pueblo, uno
de nosotros. Después de este evento, para orientar nuestra vida no tenemos solo
una ley, una institución, sino una Persona, una Persona divina, Jesús, que nos
orienta la vida, que nos hace ir por el camino, porque Él lo recorrió antes”.
En este sentido, el Pontífice comentó que en el diseño de
Amor realizando en Jesucristo “cada uno de nosotros encuentra la propia vocación fundamental” y
el Papa agregó que San Pablo explicó que “estamos predestinados a ser Hijos de
Dios por obra de Jesucristo”.
“El
Hijo de Dios se hace hombre para hacernos a nosotros, hombres, Hijos de Dios.
Para eso el Hijo eterno se hizo carne: para introducirnos en su relación filial con el Padre”.
Por lo tanto, el Santo Padre destacó que “mientras continuamos a
contemplar el signo admirable del Pesebre” la Liturgia nos dice que “el Evangelio de Cristo no es
una fábula, no es un mito, una narración edificante, no”.
“El
Evangelio de Cristo es la plena revelación del diseño de Dios, del diseño de
Dios sobre el hombre y sobre el mundo. Es un mensaje al mismo tiempo simple y grandioso, que nos
empuja a preguntarnos: ¿Cuál es el proyecto concreto que el Señor puso en mí,
actualizando su nacimiento en medio de nosotros?”, cuestionó el Papa,
quien añadió que San Pablo sugiere la respuesta: “Dios nos eligió para ser
santos e inmaculados de frente a Él en la caridad”.
“Aquí está el significado de la Navidad. Si el Señor continúa a venir
entre nosotros, si continúa a darnos el don de su Palabra, es para que cada uno
de nosotros pueda responder a esta llamada: ser santos en el Amor”,
concluyó.
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