"Viví y dejá vivir, es el primer paso de la paz y la
felicidad".
"Si uno se estanca, corre el riesgo de ser egoísta"
y "el agua estancada
es la primera que se corrompe".
Moverse "remansadamente", término que
tomó de un clásico de la literatura argentina. "En 'Don Segundo Sombra'
hay una cosa muy linda, de alguien que relee su vida. Dice que de joven era un
arroyo pedregoso que se llevaba por delante todo; que de adulto era un río que
andaba adelante y que en la vejez se sentía en movimiento, pero lentamente
remansado. Yo utilizaría esta imagen del poeta y novelista Ricardo Güiraldes,
ese último adjetivo, remansado. La capacidad de moverse con benevolencia y humildad, el remanso de la
vida", sostuvo.
"Sana cultura del ocio", disfrutar de leer, el arte y los
juegos con los niños. "Ahora confieso poco, pero en Buenos Aires
confesaba mucho y cuando venía una mamá joven le preguntaba: '¿Cuántos hijos
tenés? ¿Jugás con tus hijos?' Y era una pregunta que no se esperaba, pero yo le
decía que jugar con los chicos es clave, es una cultura sana.
El domingo es para la familia: Es difícil, los
padres se van a trabajar temprano y vuelven a veces cuando sus hijos duermen,
es difícil, pero hay que hacerlo", recomendó. En la misma línea, bregó por
los domingos compartidos en familia. "El otro día, en Campobasso, fui a
una reunión entre el mundo de la universidad y el mundo obrero, todos
reclamaban el domingo no laborable.
Ayudar en forma creativa a los jóvenes a conseguir un
empleo digno. "Hay que ser creativos con esta franja. Si faltan
oportunidades, caen en la droga. Y está muy alto el índice de suicidios entre
los jóvenes sin trabajo. El otro día leí, pero no me fío porque no es un dato
científico, que había 75 millones de jóvenes de 25 años para abajo desocupados.
No alcanza con darles de
comer: hay que inventarles cursos de un año de plomero, electricista,
costurero. La dignidad te la da el llevar el pan a casa", dijo.
Cuidar la naturaleza
Olvidarse pronto de lo malo que afecta la vida.
"La necesidad de hablar mal del otro indica una baja autoestima, es decir:
yo me siento tan abajo que en vez de subir, bajo al otro. Olvidarse rápido de
lo negativo es sano", dijo.
Dejar de lado el proselitismo religioso para contagiar la
fe desde un diálogo que no se impone. "Podemos inquietar al otro
desde el testimonio, para que ambos progresen en esa comunicación, pero lo peor
que puede haber es el proselitismo religioso, que paraliza: 'Yo dialogo contigo
para convencerte', no. Cada uno dialoga desde su identidad. La Iglesia crece
por atracción, no por proselitismo", aseguró.
Buscar activamente la paz. "Estamos viviendo
en una época de mucha guerra. En África parecen guerras tribales, pero son algo
más. La guerra destruye. Y el clamor por la paz hay que gritarlo. La paz a
veces da la idea de quietud, pero nunca es quietud, siempre es una paz
activa", aseguró.
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