Se dice que somos esclavos de nuestras
emociones al igual que de nuestras palabras pero… ¿y si fuéramos capaces de decidir cómo deseamos sentirnos
hoy? ¿y si fuéramos
capaces de elegir cómo nos afectan las cosas que no podemos controlar?
Voy a enseñarte a elegir tu estado de
ánimo. Voy a decirte el secreto de la fórmula de la felicidad, como la famosa
bebida.
Las
mentiras se pueden interpretar como actos para influir en los demás pero, ¿y si quisiéramos influir en
nosotros mismos? En esto se basa el autoengaño, pero… ¿y si fuese
posible dar un paso más y engañar a nuestro propio cerebro con el objetivo de
modificar nuestras emociones?
El cerebro es un órgano lógico que
organiza y clasifica la realidad. El cerebro no acepta una situación que se
salga de su marco de confianza y nunca busca un nuevo marco referencial, es decir, al cerebro no le
gustan los cambios.
Un
ejemplo puede ser apuntarte a un gimnasio. Los primeros 21 días tendrás
agujetas, pondrás excusas para no ir, estará lloviendo, nunca tendrás
suficiente tiempo, etc. Sin
embargo cuando llegues al día 22, el cerebro habrá asimilado esa nueva
actividad hasta convertirla en un hábito. De un día para otro tus
excusas habrán desaparecido y entrarás con una sonrisa en la sala de
musculación.
El cerebro vive en ámbitos lógicos de
rutina,
por esta razón si sale de su zona de confort perderá la sensación de comodidad
y tratará de volver a ella de cualquier forma. Además tratará de adaptar la realidad a su ámbito.
Un ejemplo es la depresión, cuando estás deprimido sólo encuentras motivos para
llorar.
Las emociones se manifiestan a través
de las expresiones.
Una expresión conlleva un sentimiento, como puede ser una sonrisa que implica
felicidad. Si podemos
cambiar cualquier ámbito de rutina cerebral, ¿porqué no el mas
importante? ¿qué pasaría si fingimos ser felices?
¿Y cómo podemos hacerlo?
Para
empezar debes reconocer las expresiones que impliquen los sentimientos que
buscas. Si buscas ser
feliz sonríe. Una sonrisa es el máximo exponente de la felicidad. Sonríe cada vez que puedas,
aunque no encuentres ningún motivo simplemente sonríe. Aunque sea una
sonrisa falsa (al principio la mayoría serán así).
Llegará un momento en el que tu cerebro
se confundirá y pensará que realmente sí que tienes un motivo para sonreír. Tu cerebro verá que
siempre tienes una sonrisa en la cara y buscará todos los motivos para ser
feliz y mantener su lógica mediante tu sonrisa. Cuando llegue ese momento serás
feliz, sonreirás pensando en este artículo y seguro que será una sonrisa real.
Para desarrollar cualquier tipo de
emoción o actitud diferente debes seguir el mismo proceso pero con las
expresiones correspondientes que ya procederé a explicar en nuevos artículos.
Si
podemos mentir a cualquier persona… ¿Por qué no usar esta posibilidad con nosotros? ¿Por qué
conformarnos con la realidad que nos ha tocado vivir?
Sonríe y no pienses que este consejo no
se puede aplicar a tu vida. No
hay nada que te impida sonreír. Sonríe y sé feliz.
Recuerda:
dibuja una sonrisa para el mundo.
La vida son dos días y ya vamos por el
segundo.
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