La espiritualidad es tu
fuente de paz interior y un formidable antídoto contra el materialismo y el
sinsentido.
Siendo espiritual gastas tus energías en compartir, no en poseer; además
no vives envenenado por la envidia.
Con Dios en el alma no
te consumes en el fuego de la codicia y los apegos, moderas tus deseos y
eres un ser de luz.
Espiritualidad es dejarse
guiar por el espíritu de Dios y hacer todo con amor y por amor.
Es darse y dar, en lugar de atesorar y aparentar; es andar ligero de equipaje
sin ser una veleta del consumismo.
Cuando eres espiritual
superas días aciagos, amas, disfrutas claros amaneceres, alejas los espejismos y tu vida tiene sentido.
Para estar en esta dimensión aprende a relajarte y meditar, haz de la paz interior tu mejor tesoro e irradia tu luz.
Saca cada día unos momentos para serenarte, ora y saca del alma las
emociones negativas. Solo amar es tu misión.
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