Sí,
basta de terribilitis, porque la mayor parte de los trastornos emocionales
(depresión, ansiedad, estrés...) son el resultado de esa tendencia a calificar
de terribles cosas que no lo son.
Exageramos: Anticipamos las desgracias y nos
tomamos a la tremenda adversidades con las que deberíamos contar.
Al mal tiempo buena cara: O aceptas la
realidad y dejas de exigirle a la vida, o te conviertes en un cascarrabias.
Imaginarse muerto es una buena medida preventiva de las ansiedades cotidianas. Dígame, en esta vida tan corta y
de la que desconocemos su sentido, ¿es tan importante esta desgracia que le
está ocurriendo?
Hay
que ver las cosas con perspectiva: Hay que ser realista, con eso basta. Estamos llenos de creencias irracionales del tipo: "Si me
despiden, es el acabose". El "debo hacerlo todo bien", "deberían tratarme con
consideración y justicia" y "las cosas me deben ser favorables"
son exigencias infantiles. La persona madura es la que no exige, sino
que prefiere: "Me gustaría hacerlo todo bien, pero no lo necesito para
disfrutar del día".
Un matiz importante: Las personas vulnerables
emocionalmente están llenas de exigencias, y cuando estas no se cumplen se
enfadan con ellas mismas, con el mundo o con los otros.
FALSAS
CREENCIAS:
Necesito
tener a mi lado alguien que me ame; de lo contrario, ¡qué vida más triste!
Tengo
que ser alguien en la vida.
No puedo tolerar que la gente me menosprecie.
Debo tener una casa propia o de lo contrario
soy un fracasado.
Tener
buena salud es fundamental para ser feliz.
Si mi pareja me pone los cuernos, no puedo
continuar con ella.
Tengo
que tener una vida emocionante, de lo contrario mi vida es un desperdicio.
Más siempre es mejor.
La soledad es muy mala...
No
es cierto que para ser felices necesitemos amor sentimental, éxito, hijos, no
tener problemas...
Recuerde que tener una pareja y lo demás no
producen tanta plenitud como puede parecer; si no, las consultas de los
psicólogos no estarían llenas.
No hay que exigir tanto a la vida, a los
demás, ni a uno mismo.
Me ocupo, pero no me preocupo de las cosas.
Hay
que revisar a diario cómo pensamos, detectar las creencias irracionales,
combatirlas con argumentos y desarrollar nuevas creencias racionales.
Nos liberamos de la necesidad de aprobación de
los demás cuando comprendemos que estar abajo no es ningún problema. Al
contrario, ser capaz de estar abajo con orgullo y de buen humor te hace
superior y te permite disfrutar más de la vida.
Como todos los miedos, la vergüenza y el temor
a hacer el ridículo se vencen pensando bien, no enfrentándonos a ellos.
No siempre conseguiremos nuestros deseos, pero
no pasa nada: la vida sigue siendo bella. Eso es ser realista.
Perdemos la paz interior cuando nos
obsesionamos con la perfección.
La felicidad no depende de logros o situaciones ideales, sino de nuestra salud mental.
Uno está preparado para tener pareja cuando
puede decirle: "Cariño, te quiero mucho, pero no te necesito nada".
Creer
que tu pareja tiene que hacerte feliz es mucho exigir y te amargará cada vez
que algo falle.
La clave de las buenas relaciones es pedir a
cada cual lo que puede dar. Aceptar incondicionalmente a los demás es la manera
de aceptarnos del mismo modo a nosotros mismos.
Quejarse es la mejor forma de arruinar una
relación. Y no se cree obligaciones, las cosas hay que hacerlas por disfrute.
Cultiva
la firmeza del espíritu y pídele a Dios que te ilumine en la vida.
La felicidad no depende de logros o situaciones ideales, sino de nuestra salud mental.
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