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¿CÓMO ES LA CIENCIA DEL DOLOR?

 

¿Qué te duele?
Mil millones de personas, es decir una de cada cinco en el mundo, viven aquejadas por el dolor crónico. Esta dolencia persistente —y a veces sin causa aparente— tiene consecuencias en el bienestar individual y en la capacidad para tener una vida plena y productiva.
 
Para quienes sufren hay algunas buenas noticias: la ciencia del dolor ha avanzado de formas asombrosas. Ahora no solo hay un mejor entendimiento del funcionamiento del cerebro y el sistema de dolor, también hay una serie de herramientas útiles para combatirlo, entre ellas el ejercicio, el apoyo psicológico y otros tratamientos.
 
El dolor crónico por mucho tiempo ha sido tratado como “algo que está en tu cabeza” o que es atendido de forma agresiva con fármacos muy potentes.
 
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El ejercicio puede aliviar el dolor de varias formas
Así es como los psicólogos pueden ayudar a un cuerpo doliente
 
El dolor crónico es un problema complicado de resolver para los científicos y entre más herramientas tengamos, más alternativas habrá para quienes sufren”.
 
“Habrá momentos en los que te sentirás invisible. Te sentirás culpable por las cosas que no puedes hacer. El dolor y el agotamiento harán que quieras rendirte. Hay días en los que no puedes levantarte del sofá, pero todavía hay niños que alimentar y mocos que limpiar. Pero no estás sola. Hay vida por delante, aunque el sistema esté roto. Sigue luchando por ello”.
 
EL EJERCICIO PUEDE ALIVIAR EL DOLOR DE VARIAS FORMAS
La actividad física parecería lo último que alguien con dolor querría hacer. Pero puede traer alivio.
Durante 25 años, Wei Liu había practicado y enseñado tai chi, incluso a personas que sufrían dolor crónico de rodilla, creyendo que los ejercicios fortalecían las piernas e infundían calma.
 
Entonces empezó a hacer experimentos con el tai chi y se sorprendió a sí mismo. Profesor de fisioterapia en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio, utilizó sensores de captura de movimiento para analizar los movimientos de las personas durante una sesión típica de tai chi. Se dio cuenta de que la gente cambiaba su peso y se ponía en cuclillas, movimientos que en realidad pueden estresar las rodillas y exacerbar el dolor en algunas personas, en lugar de aliviarlo.
 
Ahora, Liu sigue diciendo a sus alumnos que el tai chi es bueno para el dolor crónico de rodilla, solo que no todos los movimientos o formas que componen una sesión típica. Las personas con rodillas que crujen probablemente deban omitir el Acostado del laúd y el Arrebato bajo como una serpiente, que causaron la mayor tensión en las rodillas en su estudio. Podrían continuar con Parte de la crin del caballo por ambos lados y cualquier otra forma que no amplifique el dolor.
 
El estudio de Liu, y una gran cantidad de ciencia y experiencia adicionales, demuestran que el movimiento es deseable y terapéutico para casi cualquier persona que experimente dolor crónico. Pero para encontrar las mejores actividades que te ayuden a lidiar con un dolor particular puede ser necesario mezclar y combinar las opciones de ejercicio, hacer las preguntas correctas sobre por qué te duele después y encontrar el entrenador o fisioterapeuta adecuado.
 
Si te duele, el ejercicio te ayuda
No hace mucho tiempo, la mayoría de los médicos y terapeutas aconsejaban a las personas con dolor crónico que descansaran y evitaran la actividad, según una revisión de estudios relacionados con el ejercicio y el dolor crónico.
 
Pero la acumulación de pruebas en las últimas décadas mostró que “estar inactivo tenderá a reforzar las vías de sensibilidad al dolor”, dijo Daniel Belavy, profesor de fisioterapia en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Bochum, Alemania, quien estudia cómo el movimiento influye en el dolor crónico, especialmente en el dolor de espalda.
 
El ejercicio, en cambio, suele reducir la sensación de dolor inmediatamente después y eleva los umbrales de dolor de las personas, según demuestran los estudios. Sus beneficios, de hecho, suelen eclipsar los de otras opciones de tratamiento habituales, como los masajes y el control del estrés.
 
En la actualidad, “las directrices clínicas internacionales para la mayoría de las afecciones de dolor musculoesquelético crónico recomiendan la terapia de ejercicio y la actividad física como tratamientos básicos”, afirma el  profesor de salud musculoesquelética de la Universidad del Sur de Dinamarca que estudia el ejercicio y el dolor.
 
El problema es que, aunque algunos tipos de ejercicio suelen ayudar a casi todo el mundo a lidiar con el dolor crónico, encontrar el entrenamiento preciso para aliviar tu dolor particular suele requerir ensayo y error y persistencia. Incluso las actividades famosas por aliviar el dolor no funcionan para todo el mundo.
 
Encuentra la rutina adecuada
Por ejemplo, el yoga. En un análisis de las investigaciones sobre esta práctica y otras similares, los autores concluyen que el yoga suele mejorar la función física, la calidad de vida y el dolor de muchas personas con “artrosis de rodilla, artritis reumatoide, dolor de cuello, dolores de cabeza y lumbalgia”. Sin embargo, según la revisión, el alivio suele ser leve y algunos participantes acaban reportando más dolor tras practicar yoga.
 
La misma dinámica se da en otros estudios sobre la terapia de ejercicios para el dolor crónico. “Algunas personas responden bien” al yoga, al tai chi, a la natación, al entrenamiento de fuerza o a las caminatas, y otras no, dijo Melissa Phuphanich, residente de medicina física de la Universidad de California en Los Ángeles, que fue autora del análisis de 2020.
 
La buena noticia es que esta misma inconsistencia abre opciones. “En la osteoartritis de rodilla, que es una de mis áreas de investigación”, dijo Thorlund, “los investigadores no pueden encontrar una gran diferencia entre los diferentes tipos de ejercicio” para el manejo del dolor. Así que puedes empezar con un paseo corto por un lugar pintoresco, como un parque, y ver cómo reacciona tu cuerpo (después de consultarlo con tu médico, por supuesto).
 
¿En el gimnasio? ¿En el agua? ¿En el jardín? Sí
Una vez que un profesional de la salud te autorice a hacer ejercicio, evalúa tu dolor, tu vida, tus horarios, tus disgustos y tus finanzas de la forma más objetiva posible, ya que cada uno de ellos influye en tu rutina de ejercicio ideal.
 
“Ciertas actividades pueden ser más amigables para las personas con ciertas limitaciones”, dijo Kirsten Ambrose, directora asociada de la Alianza de Acción contra la Osteoartritis en el Centro de Investigación de Artritis Thurston de la Universidad de Carolina del Norte. “Las actividades en las que no se soporta el peso, como las actividades en el agua o en la piscina o el ciclismo, pueden ser más tolerables para algunas personas con dolor en las articulaciones”. Pero inscribirse y llegar a un centro con piscina o comprar una bicicleta y recorrer carreteras y caminos puede resultar intimidante o prohibitivo.
 
En ese caso, hay que empezar poco a poco. “No tienes que limitarte al ejercicio tradicional, como caminar en una cinta durante un determinado número de minutos o kilómetros”, dice Ambrose. “Puedes contar la jardinería o pasear al perro. El objetivo es aumentar la cantidad de tiempo que pasas en movimiento frente al que pasas sentado”.
 
Sigue la regla de las dos horas
Sin embargo, cualquiera que comience un nuevo programa de ejercicios debe ser consciente de que el esfuerzo suele doler al principio. Según Belavy, es normal e incluso deseable que haya un poco de dolor un día después de un entrenamiento desconocido, ya que indica que los músculos están reaccionando como deberían al ejercicio.
 


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