Claro que hay amenazas reales, pero el
miedo no es la respuesta adecuada.
El reto es enfrentar la sombría
realidad y quitarle la máscara al temor, acogerlo, aprender de él y abrazarlo
con amor.
Crees
que sientes miedo porque corres peligros, pero la verdad es que corres peligros
porque te domina el miedo.
La
cruel paradoja es que el temor actúa como un imán y atrae con su magnetismo
muchos males que quisieras evitar.
Con la fuerza de la fe o con una buena
terapia, tus temores se aquietan y conservas solo un miedo sano que te aleja de
ciertos peligros y es indispensable para sobrevivir.
El amor
es tu aliado incondicional para derrotar el temor y la confianza tu fuerza en
las pesadillas, cuando los duendes merodean por la mente.
Si eres espiritual no sucumbes, sabes
que todo lo que sucede es transitorio y afecta al ego, no al yo superior y
espiritual, a lo que realmente eres.
Eres un
espíritu viajero, un alma evolucionando en este plano. Dijo el filósofo Epicteto:
solo hay que tenerle miedo
al miedo mismo
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