Seguro que has escuchado infinidad de veces la palabra “eureka” referida
al momento en que Arquímedes descubrió su principio de densidad de los cuerpos.
O bien la famosa historia de la manzana que inspiró a Isaac Newton en sus teorías físicas. ¿Puede haber algo en común en estas supuestas casualidades de grandes pensadores en dos épocas históricas muy alejadas?
Lo cierto es que sí. Por desgracia he escuchado a mucha gente hablar sobre la suerte de Newton, que por una manzana desarrolló apasionantes teorías físicas. Y digo por desgracia porque el descubrimiento de este científico o los hallazgos de Arquímedes poco tienen de casuales.
Como es lógico, si Newton o Arquímedes no hubiesen tenido detrás un arduo trabajo y formación en sus respectivos campos, ya podían haber caído miles de manzanas o sumergido en agua las coronas de todos los reyes, que de nada hubieran servido aquellas supuestas casualidades.
Qué tienen en común los grandes pensadores
Podemos decir que los grandes pensadores no alcanzan sus gestas más hermosas por mero oportunismo, aunque este también tenga su dosis de protagonismo. Piensa que detrás de sus descubrimientos hay una serie de actitudes que les llevan a formular teorías capaces de revolucionar el pensamiento de su época.
Además, valiéndonos de las conclusiones de diferentes investigaciones, podemos afirmar que existen actitudes presentes en la mayoría de los grandes genios de la historia. Así, Arquímedes, Newton, Picasso, Einstein, Galileo, da Vinci, Beethoven dejaron grandes contribuciones para la historia, pero no lo hicieron sin una gran pasión, formación y esfuerzo por aquellos campos en los que hoy se les reconoce.
Las grandes mentes son impulsivas y curiosas
Así los define el profesor Mihaly Csikszentmihalyi. Este escritor entrevistó a más de 90 mentes brillantes de nuestro tiempo para su libro Creatividad. Entre ellos estaban más de 10 Premios Nobel.
La conclusión del profesor fue clara. Los grandes pensadores, capaces de alumbrar obras privilegiadas al alcance de muy pocos, están y se sienten fascinados por su trabajo. Esta fascinación les lleva a ser impulsivos y curiosos, por lo que ansían saber más y trabajan en ese sentido de forma incansable.
“No tengo ningún talento especial. Sólo soy apasionadamente curioso”
-Albert Einstein-
Dedican muchas horas a su especialidad
Dean Keith Simonton analizó en su estudio más de 300 mentes excepcionales entre 1450 y 1850, incluyendo a Rembrandt o Leonardo da Vinci. De su investigación se dedujo que no era el expediente académico lo que más importaba.
Daba igual la educación formal recibida. De hecho, muchos mostraban un nivel medio. Es decir, que su expediente no influía realmente en su excepcionalidad, sino el trabajo en su campo concreto. Estudiaron por supuesto, pero gran parte de la información con la que contaron para hacer sus descubrimientos la habían adquirido de manera autodidacta y motivados por la pasión que sentían hacia el que terminaría siendo su campo de especialización.
“El artista no es nada sin el don, pero el don no es nada sin el trabajo”
-Émile Zola-
Críticos consigo mismos
Las grandes mentes demuestran una gran capacidad de autocrítica. Según el psicólogo Howard Gardner, personajes como Picasso o Freud muestran patrones laborales constantes de ensayo y error.
Tienen grandes mentes analíticas, detectan problemas, localizan soluciones y dedican buena parte del tiempo a sus objetivos. De hecho, no solo son creativos, sino también metódicos.
Son sacrificados e incluso un poco neuróticos
Otra peculiaridad de los grandes pensadores es su capacidad de sacrificio. Se dedican constantemente a su obra. Muchos de ellos no son populares en su adolescencia, pues priman su curiosidad y sus intereses sobre la socialización.
Así pues, genios como Gandhi o Freud rozan la neurosis patológica debido a su entrega. No obstante su carácter suele inclinares a la soledad, algo que facilita su concentración sin duda, pero también que suelan caracterizarse por ser un tanto egoístas y maniáticos.
Su objetivo es la pasión, no el dinero
Otro detalle por el que destacan los grandes pensadores es en su pasión por el conocimiento. Por ello no suelen trabajar por dinero, sino por pura pasión. Sienten placer en el proceso creativo, lo viven con vocación total y en la sensación que les produce su desempeño encuentran la mayor parte de su recompensa.
Estas cinco actitudes son muy comunes en las grandes mentes de la historia humana. Curiosamente, algunos psicólogos no destacan de ellos su talento, que existe, sino su pasión y su ansia por aprender. Su constancia y su capacidad para extraer información de los errores.
Parece evidente que el deseo sensato y metódico de querer alcanzar la excelencia es clave. Seguro que no todos somos Picasso o Einstien, pero sí guardamos en nuestro interior algún talento por explotar. En nosotros está descubrirlo y entregarnos con pasión a él, de manera que la disciplina y el trabajo dejen de ser costosos para convertirse en ilusionantes.
“El futuro es de quienes creen en la belleza de sus sueños
O bien la famosa historia de la manzana que inspiró a Isaac Newton en sus teorías físicas. ¿Puede haber algo en común en estas supuestas casualidades de grandes pensadores en dos épocas históricas muy alejadas?
Lo cierto es que sí. Por desgracia he escuchado a mucha gente hablar sobre la suerte de Newton, que por una manzana desarrolló apasionantes teorías físicas. Y digo por desgracia porque el descubrimiento de este científico o los hallazgos de Arquímedes poco tienen de casuales.
Como es lógico, si Newton o Arquímedes no hubiesen tenido detrás un arduo trabajo y formación en sus respectivos campos, ya podían haber caído miles de manzanas o sumergido en agua las coronas de todos los reyes, que de nada hubieran servido aquellas supuestas casualidades.
Qué tienen en común los grandes pensadores
Podemos decir que los grandes pensadores no alcanzan sus gestas más hermosas por mero oportunismo, aunque este también tenga su dosis de protagonismo. Piensa que detrás de sus descubrimientos hay una serie de actitudes que les llevan a formular teorías capaces de revolucionar el pensamiento de su época.
Además, valiéndonos de las conclusiones de diferentes investigaciones, podemos afirmar que existen actitudes presentes en la mayoría de los grandes genios de la historia. Así, Arquímedes, Newton, Picasso, Einstein, Galileo, da Vinci, Beethoven dejaron grandes contribuciones para la historia, pero no lo hicieron sin una gran pasión, formación y esfuerzo por aquellos campos en los que hoy se les reconoce.
Las grandes mentes son impulsivas y curiosas
Así los define el profesor Mihaly Csikszentmihalyi. Este escritor entrevistó a más de 90 mentes brillantes de nuestro tiempo para su libro Creatividad. Entre ellos estaban más de 10 Premios Nobel.
La conclusión del profesor fue clara. Los grandes pensadores, capaces de alumbrar obras privilegiadas al alcance de muy pocos, están y se sienten fascinados por su trabajo. Esta fascinación les lleva a ser impulsivos y curiosos, por lo que ansían saber más y trabajan en ese sentido de forma incansable.
“No tengo ningún talento especial. Sólo soy apasionadamente curioso”
-Albert Einstein-
Dedican muchas horas a su especialidad
Dean Keith Simonton analizó en su estudio más de 300 mentes excepcionales entre 1450 y 1850, incluyendo a Rembrandt o Leonardo da Vinci. De su investigación se dedujo que no era el expediente académico lo que más importaba.
Daba igual la educación formal recibida. De hecho, muchos mostraban un nivel medio. Es decir, que su expediente no influía realmente en su excepcionalidad, sino el trabajo en su campo concreto. Estudiaron por supuesto, pero gran parte de la información con la que contaron para hacer sus descubrimientos la habían adquirido de manera autodidacta y motivados por la pasión que sentían hacia el que terminaría siendo su campo de especialización.
“El artista no es nada sin el don, pero el don no es nada sin el trabajo”
-Émile Zola-
Críticos consigo mismos
Las grandes mentes demuestran una gran capacidad de autocrítica. Según el psicólogo Howard Gardner, personajes como Picasso o Freud muestran patrones laborales constantes de ensayo y error.
Tienen grandes mentes analíticas, detectan problemas, localizan soluciones y dedican buena parte del tiempo a sus objetivos. De hecho, no solo son creativos, sino también metódicos.
Son sacrificados e incluso un poco neuróticos
Otra peculiaridad de los grandes pensadores es su capacidad de sacrificio. Se dedican constantemente a su obra. Muchos de ellos no son populares en su adolescencia, pues priman su curiosidad y sus intereses sobre la socialización.
Así pues, genios como Gandhi o Freud rozan la neurosis patológica debido a su entrega. No obstante su carácter suele inclinares a la soledad, algo que facilita su concentración sin duda, pero también que suelan caracterizarse por ser un tanto egoístas y maniáticos.
Su objetivo es la pasión, no el dinero
Otro detalle por el que destacan los grandes pensadores es en su pasión por el conocimiento. Por ello no suelen trabajar por dinero, sino por pura pasión. Sienten placer en el proceso creativo, lo viven con vocación total y en la sensación que les produce su desempeño encuentran la mayor parte de su recompensa.
Estas cinco actitudes son muy comunes en las grandes mentes de la historia humana. Curiosamente, algunos psicólogos no destacan de ellos su talento, que existe, sino su pasión y su ansia por aprender. Su constancia y su capacidad para extraer información de los errores.
Parece evidente que el deseo sensato y metódico de querer alcanzar la excelencia es clave. Seguro que no todos somos Picasso o Einstien, pero sí guardamos en nuestro interior algún talento por explotar. En nosotros está descubrirlo y entregarnos con pasión a él, de manera que la disciplina y el trabajo dejen de ser costosos para convertirse en ilusionantes.
“El futuro es de quienes creen en la belleza de sus sueños
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