LOS JUBILADOS
I
Son personas felices y tranquilas,
Satisfechas por el deber cumplido,
Que a pesar de tener más de sesenta,
Se sienten como un recién nacido.
11
Pues acaban de nacer para otra vida,
Como niños disfrutando los paisajes,
Y los ven nuevos, diferentes:
Sin rutina, sin estrés, sin equipaje.
111
Disponibles siempre para lo que sea,
Transpirando calidez y calma,
Jubilados de todo y para todo,
Menos de su corazón y de su alma.
IV
Con un aire de sabios caminando,
Consejeros del mundo y de la muerte,
Tan amigos del niño como del anciano,
Y más vivos que nunca ellos se sienten.
V
Viven la vida como nunca lo hicieron.
Recién jubilados con el tiempo de sobra,
Pero luego ratifican que la vida
Es demasiado buena, pero demasiado corta.
VI
Pero nunca es tarde para comenzar
A sentir el aire, a renovar su fe,
A descubrir por fin que lo importante,
Como dijo El Principito, no se ve.
VII
Nunca es tarde para ir al cine,
Para oler una flor, para abrazar,
Para cantar fuerte la canción aquella
Que nos hace reír y hasta llorar.
VIII
"Y caminar descalzo por el césped,
Y vestirme por fin como yo quiero,
Y comerme un helado a las tres de la tarde,
De un jueves laboral de un mes de
enero".
IX
Se igualan en edad con todo el mundo,
Se ríen solos y juegan con sus nietos,
Porque los jubilados no son jóvenes,
Pero tampoco ancianos ni son viejos.
X
Son seres maduros y felices,
Y debemos aprovechar su madurez,
Y como dijo Serrat: nunca apartarlos
Después de habernos servido bien.
XI
Y despiertan envidia para algunos,
De la buena, diría yo con tozudez.
Yo no temo como muchos el ser viejo,
Sino el no poder llegar a la vejez.
XII
Muchas gracias a los nuevos Jubilados,
Y a los viejos y a los ancianos también,
Por la vida que aportaron a este mundo,
Que sin ellos no sería
lo que es.
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