¡El mundo está al revés!... Va refunfuñando la madrina a
un cortejo de gallinas que ven llover el maíz.
Mucha inquietud y demasiada prisa. Los demonios están
contentos.
Las
cosas no duran nada y nada es lo que aparenta.
Al
miedo le llaman prudencia, a los viejos, la «tercera edad». Al asilo, la
residencia. El mundo está al revés.
El mundo está al revés. Dejado de la mano de Dios. Los chiquillos ya no obedecen y la juventud ya no
respeta. Hay mucho
que hacer y poco trabajo.
Todo
se lo mangonean unos cuantos. Se casan los curas por lo civil y por la
iglesia.
Los
vecinos se desconocen. Se divorcian los casados y los divorciados reinciden. El mundo
está al revés.
El
mundo está al revés. Levantarse es una aventura. No sabe a nada la
verdura y hablando, la gente no se entiende. Ahora las vacas paren sin haber
ido de toros.
Cuando conviene que llueva, no llueve, cuando llueve lo
destroza todo.
En los paquetes de tabaco, avisan que no fumemos. Nadie sabe lo que compra. Nadie
dice lo que vende.
El mundo está al revés. Progresamos hacia la tumba. Con lo que gastan en bombas
podrían matar el hambre.
Han llegado a la luna, pero casi no quedan setas.
Estamos
en un mundo de botones que no sabemos cómo funcionan.
Refunfuña la abuela madrina, mientras les arroja un
puñado de maíz a las gallinas que el mundo está al revés.
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