La
gratitud conecta a las personas con el mundo, las hace sentir parte del mundo.
Si uno guía al niño de tal manera que pueda desarrollar gratitud, incluso por las cosas más insignificantes o triviales que encuentra en la vida, entonces ese niño no se cierra al mundo con egoísmo, entonces se vuelve altruista, se siente a sí mismo ser parte del medio ambiente, y cuando uno le ha transmitido al niño el sentimiento de gratitud, entonces uno se da cuenta de que se han plantado las bases de la educación moral.
Porque si uno se ha ocupado de este sentimiento de gratitud y la gratitud se experimenta como compatible con todo conocimiento, entonces los sentimientos del niño serán fácilmente penetrados por el amor que el ser humano debe tener por todo el resto de la humanidad y, en definitiva, por todas las criaturas del mundo.
Uno puede desarrollar el AMOR de la mejor manera posible, a través de la gratitud.
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