Vas
por un buen sendero con la humildad como amiga, pero te estrellas si te
deslumbran el poder y la notoriedad.
El
Ego, o sea, el yo soberbio, se nutre de fantasías internas porque le gusta
brillar y dominar.
Yeshua tenía eso bien claro y, por eso, fue
sencillo e invitó a sus discípulos a obrar del mismo modo.
A María la amamos por su amor y por esa
humildad que se ve cuando dijo: He aquí la sierva del Señor.
Examina
tu vida y descubrirás que el orgullo es fuente de todos los males y todos los
conflictos.
Asume
el compromiso de ser humilde y verás cómo fluyes sereno y
cómo mejoran tus relaciones.
Presionar a un hijo para que sea el mejor
suele acarrear serios males, entre ellos una soberbia colosal.
Ahora bien, huye también de una falsa humildad, la clave es reconocer tus
talentos sin jactancia.
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