Desde que el biólogo alemán Ernest Haeckel, (1834-1919), creara el término ecología, y fuera considerado el fundador de su estudio, el hombre ha escuchado cientos de voces de alerta y teorías sobre los seres vivos, su ambiente, la distribución y abundancia de las distintas especies, y cómo son afectados por la interacción entre los organismos, climas y el medio ambiente, sumado al mal trato y abuso del hombre sobre la naturaleza.
Pero se puede repensar nuestro accionar, sin quedarnos limitados al ensayo científico, ya que existen tratados muy autorizados y profusos sobre el tema, yo quiero puntualizar otra mirada sobre la naturaleza y por ende, expresar mi criterio ecológico y como conservar las fuentes esenciales de vida .
No me caracterizo por el análisis técnico ni científico, sino por reflexionar con un lenguaje más cercano al hombre común que al académico. Por eso este pensamiento hoy se apoya más en una toma de conciencia de lo que estamos haciendo los humanos, con lo que más necesitamos, justamente como especie, supuestamente inteligente.
Creamos mucha, excesiva, excesiva tecnología. Intentamos superar lo que ya no necesita cambios, agregando nuevas funciones, hasta llegar casi al ridículo . Y quiero justificar, esta vez, por qué lo digo. Estoy temiendo que un día no muy lejano nos quieran vender como necesario, algo que no lo es por supuesto, un nuevo modelo de celular multifunción, que tenga la capacidad de cortarnos las uñas o zurcirnos una media agujereada, con solo decir oralmente, “Ejecute acción requerida” y sin necesidad de especificarle de qué se trata.
En fin, es obvio que si no le pongo un poco de humor, este tema se vuelve tedioso y estéril. Sabemos que la naturaleza tiene recursos maravillosos de recuperarse a sí mismo, que todo está diseñado por un Ingeniero Superior a la conciencia humana que estamos mostrando los habitantes actuales de la Tierra. Cuando la Creación bocetó, por ejemplo, los ríos, su intención era que llevaran el agua pura de los deshielos de las altas montañas hasta la desembocadura en el mar.
Mientras bajaban esas aguas regaban con gran calidad los sembrados o vegetales que estaban a su paso. Pero no se preveía que esas aguas tuvieran un altísimo porcentaje de contaminantes. Ese “agregado”, al paisaje se lo debemos, en enorme medida, a la tecnología.
Porque al prosperar las industrias y fábricas, aumenta en forma directamente proporcional los desechos no reciclables y se hace imperioso desprenderse de ellos. ¿Y cuál fue la “genialidad” del hombre? Dijo: “-Lo tiramos al río… total éste se lo lleva al mar y el océano traga todo”. Hasta que un día ya no es tan así, todo vuelve, como un vómito. Vuelve en el agua que se extrae para purificar y potabilizar, porque no llega de vuelta pura y virgen, sino con un buen grado de desechos, aunque microscópicos y no tan detectables por el usuario en el líquido imprescindible que bebemos a diario.
Los ejemplos del deterioro del ambiente hechos por la modernidad no se agotarían ni en varios volúmenes de trescientas páginas. Habría que hablar del polietileno, el telgopor, los materiales sintéticos no biodegradables, en fin… nos llenaríamos de basura y el texto tendría aroma a putrefacto.
Lo que quiero dejar esbozado en esta reflexión es que ya urge, y no es una metáfora, la toma de consciencia para evitar que después le tengamos que buscar el chivo expiatorio del Apocalipsis, con lo que haríamos responsable a Dios por nuestra ignorancia. Basta de tecnología, ya hay suficiente.
Vayamos viendo como evitar los desastres ecológicos y sicológicos que estamos haciendo crecer en forma desproporcionada con respecto a la visión de futuro que deberíamos tener, al menos por respeto a nuestros descendientes.
Este no es un sermón, ni discurso político ni tiene una tendencia ideológica de “Peace and Love”, sino que es una simple invitación a que, todos, los que tenemos un medio de difusión difundamos un poco la preocupación de no preocuparnos. En este caso el prefijo “pre”, lo uso deliberadamente. Porque si nos hubiéramos ocupado… ahora los “pre” no harían falta. Dejo por aquí, pero te pido un favor, quisiera saber qué te pasa por el corazón, no por la cabeza, cuando ves centenarios de especies y animales o plantas, morir inocentemente, por nuestra indiferencia. Dejo este silencio para que lo pensemos y juntos armemos alguna estrategia. Yo hice el primer paso. Te lo dije aquí y lo repito: Más naturaleza, menos tecnología. Es un eslogan sugestivo, pero sobre todo siento que es una propuesta interesante.
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