Evolución, pensamientos positivos y convicción de que la vida no es un ojalá… es una determinación.
La mala costumbre que tenemos de culpar a los demás por las cosas que no asumimos o no tomamos acción. Es como si todo lo que pasara alrededor lo hiciera “la gente” y nunca tuviera que ver con nuestras acciones o decisiones.
Es cierto que el mundo en los últimos años es bien diferente. Es cierto que las nuevas generaciones vienen con un estilo más retador del statu quo. Es cierto que los valores se pierden cada vez más y que la cultura es cada vez más individualista.
Dentro de todo ese contexto notó que cada vez nos cuesta más ser positivos. Parece que todos pensaran mal de los demás que se perderían la buena fe en la humanidad.
Recuerdo
en el pasado, que mis padres enseñaban valores basados en la confianza que hay
que tener en los demás. La palabra era un pacto de “caballeros” y por nada del mundo se podía
fallar a ella.
Ahora siento que en diferentes ambientes, en todos los
medios de comunicación, en los medios sociales, en las charlas de pasillo parece que reinara un ambiente
apocalíptico.
Nada
puede ser tan bueno para ser cierto. Hay desconfianza generalizada en la
buena fe de los demás. Siempre
se busca un escenario peor cuando hay alguien muy optimista en el ambiente.
He escuchado frases como “es que usted es muy ingenuo”, “eso no le va a salir
bien nunca”, “esto se salió de control va a ver cómo sale de mal”, entre otras.
Como soy una convencida de que la palabra tiene gran
poder y en todas los estudios y descripciones psicológicas y sociales que pasan
por el efecto Pigmalion, creo
que todos aquellos que tengan la capacidad de influir y liderar equipos o
grupos sociales deben empezar por restablecer el poder de la confianza en los
demás y en las propias creencias.
El
efecto Pigmalion en psicología es uno de los sucesos que describe la creencia
que tiene una persona de poder influir en el rendimiento de otra.
Podríamos decir que es algo así como una profecía autocumplida, una expectativa
que lleva a cada individuo o a un colectivo a actuar de manera tal que la
expectativa se vuelva una realidad.
¿Por qué no meternos en la onda de la buena energía? De pensar positivo, de buscar el
vaso medio lleno y no el ambiente apocalíptico donde todo va a terminar
mal.
Sigo creyendo que se puede ser positivo, que la vida no
es estática, que se debe
educar a las nuevas generaciones a pensar que con esfuerzo y disciplina las
cosas se logran. Aquel adagio
popular que dice “dime con quién andas y te diré quién eres” no puede ser más
cierto, hay que sacar de la vida propia todo aquello que sea nocivo por fuera y
por dentro.
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