Ante una pena devastadora crees que la tristeza será eterna; pero un
día descubres que las heridas cicatrizan y la fe regresa.
Ante un desengaño dejas de creer
en el amor, pero un día tu corazón late con fuerza si alguien te atrae.
Sólo necesitas encontrar soporte en la confianza recia y superar los limites que te tienen acorralado.
La vida te invita a salir del camino de lo trillado, ser atrevido, creer, crear y asumir nuevos riesgos.
No hay derrotas definitivas cuando vives unido a Dios, usas tus
talentos y eres perseverante.
Con frecuencia busca un lugar calmado, cierra tus ojos, relájate
y rueda la película de tu vida con fe y sin culparte.
Evoca esos días de abatimiento que lograste dominar y recuerda jubiloso tus muchas victorias.
Eres un triunfador, has ganado muchas batallas y
volverás a hacerlo porque no hay derrotas definitivas.
Elige meditar.
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