En
ocasiones sientes que ya no puedes más, solo hay un dolor sordo, densas sombras
y un alma seca.
Entonces te acosa la tentación de sucumbir y sientes que no hay motivos para continuar
una lucha tan fatigosa.
Es lo mismo que sintieron en su momento
seres como Moisés, Elías,
los profetas y el mismo Jesús.
En
esos días sin norte y sin luz recuerda que todo lo que nos llega es porque
somos capaces de asumirlo y superarlo.
Aún la pena más desoladora es pasajera y paso a paso se logra sobrellevar con una fe
firme y una paciencia infatigable.
Pero una cosa es decirlo y otra
practicarlo porque hay
golpes que te dejan en el suelo, sin arrestos de esperanza.
Nunca
pelees con Dios porque Él solo respeta tu exigente Plan de vida o el uso que
has hecho de tu libertad.
Busca
ayuda, vive el momento y cree que al final todo estará bien.
Repite
en tu interior: Esto también pasará.
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