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¿POR QUÉ DEPENDEMOS TANTO DE LOS DEMÁS?

 

La mayoría de nosotros vivimos influenciadas por el qué dirán y buscamos constante validación de nuestros actos en quienes nos rodean dejando de lado muchas veces nuestra esencia con tal de satisfacer a los demás. Algunas razones sociológicas y sobre el comportamiento humano para entender y cambiar esas premisas que no siempre arrojan los mejores resultados para nuestra vida.
 
Desde pequeños nuestros padres y profesores son quienes validan nuestras acciones y nos dicen si está bien o mal actuar de tal o cual forma; esto es muy normal porque hace parte de la construcción del ser en donde nos inculcan los principios y valores que regirán nuestra vida cuando seamos adultos.
 
Sin embargo, aunque el papel de los padres y maestros del jardín infantil y del colegio es fundamental en la niñez y  la adolescencia, cuando llegamos a la etapa adulta es importante adquirir una independencia sobre nuestra forma de actuar, claramente basada en esos principio y valores adquiridos pero con la autonomía que requerimos para tomar decisiones pensando en nosotros mismos y nuestro bienestar, no en el de los demás.
 
Nuestra sociedad está basada en el qué dirán, a los pequeños suelen decirles sus padres cosas como por ejemplo: no te tires al piso, qué dirá tu tía, eres un niño maleducado y sucio. Entonces empezamos a construir paradigmas que permanecen durante toda la vida, sobre lo que van a pensar los demás al respecto de nuestras acciones y la aceptación que vayan a tener para que podamos pertenecer a ciertos grupos sociales.
 
Buscamos aceptación de nuestros amigos del colegio, de la universidad, de nuestros jefes, compañeros de oficina, de nuestra pareja y obviamente en nuestra familia, dejando de lado muchas veces nuestro verdadero ser, que casi siempre se aleja de lo que hacemos para querer agradar a los demás.
 
Cada vez más los medios de comunicación, la publicidad y las redes sociales nos imponen modelos de perfección tanto física como comportamental acerca de lo que es bueno y bonito, es decir, lo que idealmente es aceptado de forma fácil por la sociedad actual. Lo más complicado de todo esto, es que muchas veces de forma inconsciente buscamos seguir estos modelos para convertirnos en ese ideal y cuando nos encontramos con nosotros mismos, cansados de tratar de ser algo diferente a nuestra esencia, nos sentimos frustrados y fuera de lugar.
 
Por todo esto, es muy importante fortalecer nuestra autoestima de tal forma que tengamos consciencia del valor que tenemos como seres humanos individuales, que hacemos parte de una sociedad, pero que no tenemos que cambiar lo que somos para que los demás nos quieran y nos acepten.
 
Es fundamental la conexión con nuestro ser interior, entendiendo que todos somos diferentes y que nuestra felicidad no depende de los demás sino de nosotros mismos.
 
Muchas veces nos afligimos porque la gente nos critica o considera que nuestras acciones, forma de vestir, hablar o relacionarnos con los demás no son las más adecuadas para encajar de manera positiva en un grupo social, sin embargo, si todo el tiempo estamos buscando esta aceptación y viviendo en función de los demás, nunca seremos felices, pues estamos poniendo nuestro bienestar y felicidad en manos de los demás, cuando al final, somos nosotros mismos los encargados de encontrar el equilibrio de nuestras acciones y nuestro interior de acuerdo a lo que nos hace sentir plenos y felices. 
 
Cuando nos empeñamos en tratar de ser lo que los demás quieren que seamos, perdemos nuestra esencia y el verdadero sentido de la vida. Con el pasar de los años, cuando ya no hay mucho que hacer, reaccionamos ante una realidad que nos envolvió y nos opacó, impidiéndonos ser libres, y cuando miramos alrededor, esas personas ante las que buscamos tanta aceptación ya ni siquiera hacen parte de nuestra vida, pues todo es dinámico, las personas se van, se mueren o simplemente dejan de ser importantes para nosotros.
 
Es por todo esto que debemos reconocernos como personas con sentimientos y pensamientos diferentes a los de los otros, cada quien tiene una esencia, un ser interior, una fuente o como quiera llamarse, pero es esta la que debe regir nuestra vida, lejos de los prejuicios de la sociedad y claramente encaminada sobre los buenos principios de las leyes universales, a buscar la felicidad basada en el amor propio para poder ofrecerlo a los demás.
 


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