Porque será lo que nos acompañe el resto de la vida
La clave de la felicidad parece estar relacionada con utilizar todos
nuestros sentidos y prestar atención a la información que nos llega a través de
ellos: desarrollar una consciencia presente y plena.
Numerosos estudios de la Psicología positiva han puesto de manifiesto que el bienestar psicológico se
alimenta de la capacidad de focalizar nuestra mente en lo que está pasando en el
momento determinado en el que te encuentras.
Vivir el instante presente requiere un trabajo constante y progresivo de nuestra mente, una mente que no ha
sido entrenada tiende por
naturaleza a la dispersión. Vivimos para lo próximo que nos va a ocurrir, y esto nos lleva a numerosos desajustes
emocionales.
Cuando nuestra mente vive constantemente preocupada sobre el futuro, la
ansiedad se apoderará de nuestro presente. Y cuando nuestra mente viva
anclada en el pasado, será la tristeza y la desesperanza quien se apoderará de
nuestros días.
Las personas somos frágiles cuando no
paramos de hacernos preguntas sobre el pasado y el futuro, y somos fuertes cuando
experimentamos sin miedo nuestro día a día. El pasado y el futuro solo existen en nuestros pensamientos, por
lo tanto, lo
verdaderamente real está en el presente.
“No te detengas en el pasado, no sueñes con el futuro, concentra la mente en el presente” -Buda Gautama-
Vivir acorde al presente modifica nuestro cerebro
El Dr. Andrew Newberg, un neurocientífico de la Universidad Thomas Jefferson, y Mark Robert Waldman, un experto en comunicaciones, indican que vivir la vida enfocada en el presente puede cambiar nuestro cerebro. La palabra presente tiene el poder de influir en la regulación de la tensión física y emocional.
Cuando nos enfocamos solo en las tareas presentes, podemos cambiar la
forma en la que nuestro cerebro funciona. Enfocando
la vida de esta manera estaríamos potenciando el razonamiento cognitivo, el cual contribuye al
fortalecimiento de las áreas de nuestros lóbulos frontales.
Utilizar palabras positivas enfocadas en lo que estamos realizando
activa los centros de motivación del cerebro, conduciéndolos a la acción. En el extremo opuesto, cuando usamos
palabras recordando el pasado o anticipándonos a lo que vamos a hacer, ciertos neuroquímicos como el
cortisol, contribuyen a la gestión del estrés y la ansiedad.
Cuando utilizamos palabras negativas para recordar nuestro pasado se
activa en nuestro cerebro el centro del temor, la amígdala. Cuando estas palabras se convierten en
pensamientos se activa el
miedo, aunque las situaciones que lo provocaron no estén presentes.
Los seres humanos estamos programados inicialmente para preocuparnos. Es parte de nuestro cerebro primitivo que nos
protege de situaciones de peligro. De hecho, lo que hace 10.000 años era
fundamental para nuestra supervivencia, en la actualidad sufre de un sobreuso
que solo nos genera una angustia frente a lo que en la realidad aún no podemos
actuar, porque aún no
existe y hay probabilidades de que no llegue a existir nunca.
Sepa siempre qué es lo que está haciendo en todo momento, ahí se
encuentra el verdadero poder.
La felicidad solo podemos experimentarla en el momento presente
Podemos imaginar que algún día seremos felices o recordar periodos en que los fuimos, pero la verdad es que solo podremos serlo en el momento que estamos viviendo. Esto no significa que no tengamos que fijar metas ni organizar nuestras vidas, sino que hacerlo no debe trasformarnos en unos porcastinadores a la hora de sumergirnos en la realidad que nos rodea, ya sea para disfrutarla o para trasformarla.
Aceptar las cosas tal como son, sin juzgarlas y focalizándolas en
nuestra mente en el momento presente, es una manera de controlar los pensamientos
errantes que nos alejan de la
consciencia plena. Si no podemos evitar que
surjan, al menos tenemos que dejarlos pasar cuando aparezcan, sin aferrarnos a
ellos.
Recordad las circunstancias negativas del pasado disminuye nuestro
entusiasmo, nuestro optimismo y, por
tanto, nos agría el momento actual, limitando nuestro potencial y dispersando
nuestra energía. Incluso los recuerdos de circunstancias positivas, si son
recurrentes, afectan al
gozo del momento presente, ya que conllevan un sentimiento de nostalgia,
aquella idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
El presente es el único lugar en el que podemos actuar sobre la
realidad, en el que nuestros días son realidades y donde encontramos las
oportunidades. El primer paso para
conectarnos a él pasa por controlar
actos tan presentes y tan naturales como la respiración. Solo con este
acto de consciencia nuestros sentidos se abrirán.
El Dr. Andrew Newberg, un neurocientífico de la Universidad Thomas Jefferson, y Mark Robert Waldman, un experto en comunicaciones, indican que vivir la vida enfocada en el presente puede cambiar nuestro cerebro. La palabra presente tiene el poder de influir en la regulación de la tensión física y emocional.
Podemos imaginar que algún día seremos felices o recordar periodos en que los fuimos, pero la verdad es que solo podremos serlo en el momento que estamos viviendo. Esto no significa que no tengamos que fijar metas ni organizar nuestras vidas, sino que hacerlo no debe trasformarnos en unos porcastinadores a la hora de sumergirnos en la realidad que nos rodea, ya sea para disfrutarla o para trasformarla.
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