Muchos
de nosotros tendemos a guardar en nuestro interior palabras, que a la larga se
van acumulando y haciéndose muy perjudiciales. El motivo principal por el cual
callamos nuestra voz, nuestros sentimientos, nuestras ideas es por miedo, miedo
a lastimar, miedo a no ser aceptados, miedo a que nos lastimen, en fin, el
perjudicial miedo que si potenciamos puede hacer terribles estragos en
nosotros.
Debemos
acostumbrarnos a decir las cosas, a exteriorizar nuestros pensamientos y
sentimientos, a no ocultarlos en nuestro interior. Es cierto que en
muchas oportunidades será más prudente callar, bien sea porque represente un
desperdicio de tiempo y energía dar a conocer lo que pensamos, porque no es a la persona indicada
a quien podemos dirigirnos o porque en definitiva nuestras palabras nos traerán
seguramente más incomodidades que nuestro silencio.
No siempre debemos exteriorizar lo que queremos decir,
bien sea por prudencia, supervivencia o sencillamente inteligencia, sin
embargo, la mayoría de las veces que callamos es nuestro miedo colocando una
mordaza en nuestra boca y es aquí donde callar representa el mayor problema.
Todo,
hasta el mismo silencio tiene algo que callar.― Vladimír Holan
Debemos
armarnos de valor para decir lo que pensamos y sentimos, dar nuestra opinión o
pronunciar esas palabras que siempre hemos deseado decir: te amo, te perdono,
te extraño, representas más de lo que imaginas, lo siento, te perdono, me
hiciste daño, eso no era un juego para mí, etc, etc. son algunos
ejemplos de expresiones que pueden quedarse atorados entre nuestro pecho y nuestra espalda sin poder salir y
generarnos a la larga una cantidad de emociones y sentimientos reprimidos,
coartados y como toda cosa que no fluye, pues estancado.
No
hay peor energía que la del estancamiento, puede ser que no nos atrevamos a
decir algo, a pronunciar alguna palabra o afrontar una determinada situación,
pero no podemos permitirnos bajo ningún concepto acumular en nuestro interior
cosas que debemos drenar. Si resulta muy complicado para nosotros ver a
alguien a los ojos y decirle lo que muy internamente queremos transmitirle, al
menos debemos hacer cierto tipo de ejercicios que nos permitan liberarnos de
esa carga.
Algunos
de ellos son tan sencillos como visualizar a la persona con la que quisiéramos
hablar dentro de un marco armónico, sentarnos junto a ella y expresarle lo que
guardamos en nuestro interior. Otro ejercicio consiste en visualizar que nos montamos en
un globo y nos elevamos sobre el paisaje de nuestra preferencia y desde las
alturas soltamos todas las cosas que nos atan y nos molestan, en este
ejercicio podemos imaginarnos gritando a los cuatro vientos aquello que no
podemos decir de forma directa.
Estos
ejercicios trabajan sobre nuestra parte subconsciente y nos ayudan a mejorar la
canalización de nuestras emociones, inclusive podemos hacerlo pensando en
personas que ya no están en este plano. Lo importante que debemos
llevarnos es que el miedo no debe nunca paralizarnos, que si estamos
convencidos de que nuestras palabras serán más perjudiciales que beneficiosas,
apliquemos los recursos necesarios para el drenaje emocional y la liberación de
carga de nuestra parte, contribuyendo
de esta forma con nuestra tranquilad, nuestro manejo de emociones e inclusive
nuestra salud física.
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