¿La
grasa corporal es un rasgo de su familia?
La
bacteria intestinal tiene la culpa.
Investigadores de la Universidad de Cornell han identificado una familia de
microbios llamada Christensenellaceae que parece ayudar a la gente a mantenerse
delgada, y tener o no una abundancia de estos microbios es genético.
Sin embargo, algún día podría ser posible que el clan de los Christensenellaceae lo
adopte. Ratones que
recibieron trasplantes de esas bacterias subieron menos de peso que
ratones sin tratamiento que se alimentaron con la misma dieta. El estudio fue publicado en la
revista académica Cell este mes.
Hubo
una explosión de investigaciones sobre cómo las bacterias impactan en la salud
humana, y el peso corporal es una de las áreas más intrigantes.
Se especula de manera creciente que las tasas en
incremento de obesidad
podrían ser en parte causadas por el mayor uso de antibióticos, que
podrían estar eliminando
bacterias que ayudan a los humanos a convertir alimentos en energía de manera
eficiente.
Los bebés nacen sin bacterias y con el tiempo se
convierten en huéspedes de aproximadamente 100 billones de estos microrganismos. Las bacterias revisten cada
centímetro de la piel, la boca, la nariz, las orejas, los genitales y en
especial el intestino. No solo digieren los alimentos y ayudan a
combatir a invasores, sino
que también producen vitaminas y químicos que ayudan a regular el sistema
inmunológico, el metabolismo, e incluso el estado anímico.
“Antes, las principales bacterias que veíamos eran malas,
las que te pueden matar. No
hemos estado observando los miles de tipos agradables que nos ayudan y nos
mantienen delgados”, afirma Tim Spector, un epidemiólogo genético en
King’s College de Londres, que también contribuyó al estudio.
Este
microbioma, como se lo denomina, ha evolucionado junto con los humanos, e
incluso pequeñas perturbaciones del mismo se han visto implicadas en muchos
problemas de salud, incluyendo obesidad, diabetes, hipertensión, colesterol
anormal, gordura, cáncer y aterosclerosis, y acumulación de placa en las
arterias.
Este
campo está creciendo en parte porque los científicos ahora pueden identificar y
contar las bacterias con mayor facilidad, utilizando análisis de genes,
en las heces, saliva y otras muestras.
Las recopilaciones pueden proporcionar abundante
información sobre cuán complejas y diferentes son las comunidades de bacterias
humanas.
La incorporación de bacterias en ratones criados para
estar virtualmente libres de gérmenes les permitió a los científicos demostrar
una relación de causa y efecto.
Se
sabe desde hace décadas que las bacterias intestinales influyen en el peso de
los animales. Los ganaderos les dan antibióticos al ganado y las aves
domésticas desde los años 50 porque los engordan, un microbiólogo en la
Universidad de Nueva York. Sus estudios han demostrado que darles una dosis baja de penicilina a los
ratones durante solo cuatro semanas en las etapas iniciales de su vida los hace
obesos al crecer, incluso cuando su bacteria intestinal parecía normal.
La
proliferación de antibióticos, jabones antibacterianos y otros productos no
solo está creando algunas cepas resistentes, sino que está decimando la
población de bacterias con la que los seres humanos han evolucionado, escribe
Blaser en su nuevo libro “Missing Microbes”.
Le
preocupa en particular que un tipo de bacterias que ayuda a regular el apetito
esté desapareciendo de los aparatos digestivos humanos. La Helicobacter
pylori es conocida por causar ulceras pépticas, pero los estudios señalan que
también ayuda a regular la ghrelina, la hormona que aumenta el apetito. Ante la
ausencia de H. pylori que frena la ghrelina, los humanos podrían no recibir las
señales naturales que les indican que dejen de comer. Sin embargo solo alrededor de 6% de los niños de
EE.UU. tienen esta bacteria en cantidades medibles.
Otros estudios han demostrado que al menos en los ratones
la sola modificación de las bacterias intestinales puede cambiar el peso
corporal, independientemente de los niveles de dieta y ejercicio. En un estudio
publicado en Science el año pasado, investigadores de la Universidad de
Washington en St. Louis cosecharon bacterias intestinales de cuatro pares de
gemelos en los que uno era delgado y el otro obeso, y las trasplantaron a
ratones que fueron criados sin gérmenes. En cuestión de semanas, los ratones que recibieron las
bacterias de los donantes obesos se volvieron obesos, mientras que los
que recibieron las de los
donantes delgados se mantuvieron delgados, a pesar de comer la misma dieta con poco
contenido de grasa.
El estudio de Cornell es uno de los primeros en mostrar
que la genética tiene un papel en las bacterias que regulan el aumento de peso.
Los investigadores analizaron muestras de heces de cerca
de 1.000 personas de entre 23 y 86 años, incluyendo 416 pares de mellizos. Los niveles de las bacterias
Christensenellaceae eran más similares en los pares de gemelos que en los de
mellizos, lo que indica que la genética tiene una gran influencia.
Christensenellaceae era más abundante en los gemelos delgados que en los
gemelos obesos.
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