Hay
dos clases de sufrimiento: el sufrimiento que lleva a más sufrimiento y el
sufrimiento que conduce al fin del sufrimiento. El primero es el dolor
de aferrarse con vehemencia a los placeres efímeros y la aversión por lo
desagradable, esa lucha
constante de la mayoría de la gente, día tras día. El segundo es el
sufrimiento que proviene
de permitirse apreciar, en su totalidad, el cambio permanente de la experiencia
– placer, dolor, alegría y enojo – sin temor ni represión.
El
sufrimiento de nuestra propia experiencia nos conduce a la ausencia de temor en
nuestro interior y a la tranquilidad.
Queremos
tomar por el camino fácil, pero si no hay sufrimiento, no hay sabiduría.
Para estar lo suficientemente desarrollado para la sabiduría, en realidad debe
quebrarse y llorar durante su práctica.
Debemos aprender a conocer al sufrimiento:
1. cómo aceptarlo...
2. cómo liberarnos de él...
3. cómo no causarlo...
Por lo tanto, no hagan aquello que causa sufrimiento, o éste nunca los dejará.
En
realidad, la felicidad es sufrimiento disfrazado, pero de una manera tan sutil
que usted no lo ve. Si
usted se aferra a la felicidad es lo mismo que si se aferrase al sufrimiento,
pero no se da cuenta. Cuando
se apega a la felicidad resulta imposible deshacerse del sufrimiento intrínseco.
Son así de inseparables. Aprendamos a
conocer al sufrimiento, a verlo como un daño inherente a la felicidad, a
verlos equivalentes. Por lo tanto, ¡cuídese! Cuando aparezca la felicidad no se
ponga demasiado contento ni se entusiasme. Cuando surja el sufrimiento no se
desespere, no pierda la cabeza. Observe que ambos tienen idéntico valor.
Cuando
el sufrimiento aparezca, entienda que no hay nadie para aceptarlo. Si cree que el sufrimiento es
suyo, que la felicidad es suya, no será capaz de tener paz.
Las
personas que sufren, como consecuencia, lograrán obtener sabiduría. Si no sufrimos, no contemplamos.
Si no contemplamos, no nace ninguna sabiduría. Sin sabiduría no conocemos.
No sabiendo no podemos estar libres de sufrimiento – ése,
precisamente, es el modo en el que son las cosas. Por lo tanto, debemos
entrenarnos y persistir en nuestra práctica. Entonces, cuando reflexionemos
sobre el mundo, no estaremos atemorizados como antes lo estábamos.
Nos imaginamos que nos hemos liberado del sufrimiento
pero no lo hemos hecho. Si nos aferramos a la felicidad, sufriremos de nuevo. Así es, la gente piensa
en sentido contrario.
Hay
personas que han sufrido en algún sitio, de modo que se van a otra parte.
Cuando el sufrimiento aparece allí, se escapan otra vez.
Piensan
que se están escapando del sufrimiento, pero no. Cargan con el sufrimiento para
aquí y para allá sin darse cuenta.
Si
no conocemos al sufrimiento, no podemos saber sobre la causa del sufrimiento.
Si no sabemos la causa del sufrimiento, entonces no podemos saber sobre el cese
del sufrimiento.
No hay manera de escaparle.
Las personas de hoy tienen mucho más conocimientos que
los de antes. Tienen todas las cosas necesarias, todo está más a su alcance. Pero también tienen mucho más
sufrimiento y confusión que antes. ¿Por qué?
Amor
y odio, ambos son sufrimiento a causa del deseo. Querer es sufrimiento, querer no tener es
sufrimiento. Aún si
usted consigue lo que quiere, todavía hay sufrimiento, por que cuando lo tenga vivirá
con el miedo de perderlo.
¿Cómo
ha de vivir con felicidad si tiene miedo?
Cuando está enojado, ¿se siente bien o mal? Si se siente
tan mal, ¿por qué no se
deshace del enojo? ¿Por qué molestarse en mantenerlo? ¿Cómo puede decir que es
sabio e inteligente si se aferra a esas cosas?
Si
usted observa el sufrimiento que causa el enojo, entonces sólo deshágase de él.
Si no se deshace del enojo, continuará causándole sufrimiento indefinidamente,
no tendrá respiro. El mundo de la existencia insatisfactoria es así. Si sabemos cómo es, podemos
resolver el problema.
Aferrarse
al enojo como si fuese una posesión personal causará sufrimiento. Si el enojo
realmente nos perteneciese debería obedecernos. Si no nos obedece significa que
sólo es un engaño. No
se deje llevar por él. Ya sea que la mente esté feliz o triste, no se
deje llevar por él.
Si
usted ve certeza en lo que es incierto, entonces estará en vías de sufrir.
Aquí hay felicidad y allí descontento. Hay placer y hay
dolor. Y siempre están allí. Cuando usted comprende la naturaleza del placer y
del dolor comprende todo mejor.
Contemplándolos
en conjunto, observamos que la felicidad y el sufrimiento son iguales, del
mismo modo que el calor y el frío. El calor del fuego puede quemarnos
hasta morir, así como el frío del hielo puede congelarnos hasta la muerte.
Ninguno de los dos es más importante que el otro. Así ocurre con la felicidad y
el sufrimiento. En el mundo, todos desean felicidad y nadie desea sufrimiento.
No busques el deseo, sólo la tranquilidad.
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