Buda descubrió que solo tenemos paz y
armonía cuando controlamos los deseos o los evitamos ya que generan
sufrimiento.
En
realidad Buda nos invita a
estar alerta con los apegos que se incuban con un amor posesivo.
Todo amor posesivo y dependiente es
sufriente, es un
falso amor basado en la inseguridad y la desconfianza.
Buda alcanzó la iluminación porque
serenó su alma,
rompió ataduras y se abrió a un amor compasivo y generoso.
Le dio prioridad a la paz y armonía
interior y aprendió a amar el silencio, la soledad y la interiorización.
Así enseñaba:
Fácil
es hacer lo incorrecto, muy
difícil es hacer lo correcto.
La máxima victoria es la que
ganas sobre ti mismo.
El odio se conquista con el amor.
Todo
lo que somos es el
resultado de lo que hemos pensado.
Nuestras acciones buenas y malas
nos siguen como una sombra.
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