El
vestido de novia casi no cabe en el maletero del avión. Afortunadamente
ahora se puede arrugar. ¡Ya nos casamos! Vamos de regreso a Colombia después de vivir los mejores
momentos de nuestra vida en compañía de amigos y familiares. Durante
estos meses de preparación para el matrimonio, mucha gente nos preguntó porqué nos
casábamos. La respuesta parecía obvia: “¡Encontramos el amor de nuestra vida!”. Sin embargo, nos casamos por
mucho más que eso y aquí algunas de las razones.
Recuerdo el día en que conocí a quien hoy es mi esposa.
Ella acababa de llegar de Costa Rica para trabajar en Colombia y fuimos a
cenar. Una comida informal para darle la bienvenida al que, sin saberlo, sería
su nuevo país. Después de
un tiempo de conversaciones banales y presentaciones formales empezamos a
hablar de los sueños. Ese día descubrí que algunos confundimos metas con sueños. Yo hablé de mis metas, ella
habló de sus sueños. Me dijo: “ Yo también tengo muchas metas a nivel
profesional, pero la
verdad es que mi sueño, es crear una familia. Creo que ese es el mejor legado que uno le
puede dejar al mundo”.
Y
tenía razón. Después de años creando proyectos para hacer de este mundo en que vivimos uno mejor,
hoy entiendo que lo que necesita nuestra sociedad son familias bien constituidas, fuente de amor para las
nuevas generaciones. Construir una familia es un proceso que no termina y debemos alimentarlo en cada amanecer.
Ese será, de ahora en adelante, el mayor de mis emprendimientos y sin duda mi mayor reto.
Crear
una familia: La primera razón por la que nos casamos. Lo hicimos con el
vestido blanco que ahora esta en el maletero, frente a Dios y la familia, no por seguir la
tradición, ni por cumplir con un requisito, si no por convicción. Lo hicimos conscientes que
esta gran empresa no podemos llevarla a cabo solos, necesitamos de la ayuda divina, del sacramento,
para tener la sabiduría y la fuerza de llevar lo que ahora es sagrado: Nuestro
matrimonio.
Como se imaginarán en los meses previos a la boda
recibimos con agrado un
sin número de consejos para una vida feliz. Todos ellos los atesoramos
en nuestro corazón. Uno de ellos nos marcó de sobremanera. Nuestro amigo Luis
nos escribió el siguiente correo: “Recuerden que esta vida no se trata de nosotros; se trata de los
demás. Ustedes han elegido invertir su tiempo y energías en trabajar por otros
y ahora, también, en quererse el uno al otro y construir una vida juntos. En
ese camino, es importante recordar, siempre, que esta vida cobra verdadero sentido
cuando se vive por otros.”
Poner
nuestra vida al servicio de otros. En esas palabras está la esencia de la segunda
razón por la que nos casamos, para cumplir con nuestra verdadera vocación de
servir a otros. En ocasiones, ese otro será nuestra pareja, los hijos y
el resto de la familia. Pero
también serán los miles de desconocidos a los que esperamos inspirar con
nuestro vivir e impactar con nuestro actuar, son ellos los que también llenarán de sentido
nuestra vida.
Aprender a no siempre ser felices. La última razón por la que nos
casamos, aunque parezca paradójico, es para aprender a NO siempre ser felices.
Vivimos en un mundo donde la felicidad propia parece haberse convertido en el único propósito de vida.
Como bien lo dijo nuestro amigo Luis: “En la ruta de construir una vida con significado, siempre
habrá momentos en los que se deba renunciar a ser feliz para alcanzar objetivos
altruistas y trascendentes.”. Durante este proceso descubrimos que,
aquellos a quienes más admiramos, supieron elegir cuando desprenderse de su
felicidad para entregarse
a un propósito superior.
Aterrizamos. Hemos llegado a nuestro destino y a lo que será el comienzo de nuestra gran
aventura. Ella duerme, yo la miro y siento la certeza y la paz
compartida. Hoy cargaremos nuestro equipaje juntos y comenzaremos el viaje más largo y hermoso de
nuestra vida. Dios
nos guiará para poder dar la talla junto a todos esos valientes que fueron
capaces de asumir el compromiso de amarse y respetarse para siempre.
Hoy
con una firme convicción podemos decir que el Matrimonio no vale la PENA, vale
la VIDA.
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