“Madurar es liberar la conciencia de la edad: he tratado a jóvenes con experiencias después de la muerte más maduros que yo. Mi padre era neurólogo y yo quise ser físico: ahora estudio física cuántica para entender qué sucede tras la muerte. La fe es otro camino a la verdad”. Pim Van Lommel, cardiólogo, investiga experiencias después de la muerte (EDM).
Cuando enseñaba Cardiología en el Hospital de Arnheim -800 camas- ya investigaba cómo algunos pacientes, tras infarto y muerte clínica, volvían a vivir .
Hasta que en 1986 leí el testimonio de un estudiante de Medicina, George Ritchie, que resucitó tras nueve minutos de muerte clínica . Me impresionó tanto que empecé a estudiar en profundidad esos casos.
¿Cuántos había?
En 1988 ya tenía doce episodios incuestionables y creé una red de investigación con otros diez hospitales holandeses. Iniciamos un estudio clínico prospectivo de 344 pacientes , que publicó The Lancet (2001).
¿Qué hemos aprendido?
Tenemos más preguntas, además de la clásica: ¿si la conciencia es un mero producto del cerebro, cómo puede sobrevivir y explicar la experiencia de la muerte?
¿Qué dice la ortodoxia médica?
Que se trata de meras alucinaciones causadas por la anoxia
(carencia de oxígeno).
¿Y qué le dice su investigación?
Si la causa fuera la anoxia, todos los que vuelven a la vida tras la muerte tendrán EDM, porque todos la sufren, pero, en cambio, sólo el 18% tiene esas experiencias.
¿Qué explican sobre ellas?
Coinciden
en hablar de recuerdos, cognición y emociones y mantienen la identidad,
un punto crucial, porque el ego es el enlace entre la conciencia y el cuerpo.
¿Luces, voces, su vida en un instante…?
Las
han experimentado miles de personas, pero no todos las explican por temor a ser
tachados de lunáticos o porque creen que las causan la medicación o la
enfermedad.
¿Todos experimentan lo mismo?
No
todos experimentan todo, pero todos citan algunas experiencias
recurrentes que coinciden en un cruce espacio-temporal.
¿A qué se refiere?
Es la revisión de la vida pasada, pero también la futura
y presente: algunos, al
volver, anticipan sucesos y reinterpretan los ya pasados, así que suelen
cambiar de pareja, de trabajo, de existencia, porque han contemplado su vida en
conjunto durante su EDM.
¿Cómo son esas visiones?
Inefables, a menudo el lenguaje carece de términos para explicarlas. Una
EDM de tres minutos puede requerir semanas de testimonio en el que no se repite
un solo episodio. El
tiempo, como le decía, transcurre de un modo único en síntesis con el espacio y
una constelación de familiares y afectos.
Por ejemplo: Un paciente refiere cómo en su EDM había
visto a un señor desconocido sonriéndole. Diez años después, su madre agonizante le reveló
que él era hijo de una relación extramarital y le mostró una fotografía
de su padre biológico, asesinado en un campo de concentración: era aquel señor sonriente.
¿Cómo sabe que esos pacientes clínicamente muertos siguen
conscientes?
Lo
prueban cientos de casos. En Conciencia más allá de la vida explico el
de un hombre de 43 años que nos llegó cianótico, frío, sin tensión y con las
pupilas dilatadas. La enfermera le extrajo la dentadura postiza y la depositó
en un cajón. Resucitó
inexplicablemente tras un largo coma y preguntó por sus dientes.
Si estás vivo, resultan muy útiles.
Reconoció,
al verla, a la enfermera y le pidió que se los devolviera. Ella nos
llamó alarmada y entonces el
paciente nos relató en detalle lo que habíamos dicho y hecho cuando llegó
muerto a urgencias del hospital.
¿Y usted qué cree?
Nuestra
conciencia no es más que un retransmisor para esta dimensión de nuestro ser en
varias. Es como una radio que, mientras vivimos aquí, sintoniza con este
universo. Nuestra muerte
sólo es un cambio de conciencia, una transición. Sólo morimos en una dimensión
para pasar a otras.
¿Es una convicción religiosa?
Muchas
religiones se han acercado a esa realidad con técnicas de paso entre esas
dimensiones, como la meditación o el misticismo.
¿Cómo lo sabe?
Porque estudio casos -me consultan decenas cada día- y
las experiencias son recurrentes y concurrentes: confluyen tiempo -pasado,
presente y futuro: tienen
visiones- y espacio en sensación de unidad. Y esos testimonios de cada día coinciden con los
relatos de la mística y las visiones de profetas, gurús y santos desde hace
siglos.
¿Todo está conectado?
Ven la luz (los niños me cuentan que un ángel; los ateos
hablan de “una energía” y los creyentes, de Dios). Todos se refieren a lo mismo y que en ello se
sienten integrados.
¿Por qué la ciencia lo ignora?
Hasta ahora, la mecánica cuántica demuestra que la luz
consta de partículas que al mismo tiempo son ondas -creo que nuestra conciencia las retransmite-
dependiendo del estado del observador.
La experiencia de lo objetivo, al fin, depende de tu estado subjetivo.
Así que, desde los gurús milenarios hasta los físicos cuánticos, cuando asume su transición sin miedo experimenta un anticipo de esa sensación de plenitud.
Aceptar
La ciencia ignora o niega cuanto no puede explicar, pero eso no quiere decir que no existe . La vida del doctor Van Lommel es una apuesta por la verdad, por muy inexplicable que parezca, más allá del camino trillado de la ortodoxia. El doctor Van Lommel se ha asomado al otro lado sin dejarse en éste el sentido común y lo que ha visto es bueno, aunque, para dominarnos, nos han infundido el miedo a verlo. Aceptarlo es aceptarnos y sentirnos mejor.
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