Ten
bien presente que en la vida no hay fracasos, solo hay aprendizajes para
evolucionar.
No te castigues sin piedad por tus
errores que solo son peldaños hacia la cima que
anhelas conquistar.
El
perdón a ti mismo es tu fuente de paz y te libera de angustiosos sentimientos de culpa.
Cuando caigas aprende la lección, cambia lo que haya que cambiar
y levántate animoso y
confiado.
Todos los campeones han sufrido
derrotas que en lugar de hundirlos los impulsaron a mejorar.
Vuelve
a ser tan impetuoso y
decidido como el niño que está dando sus primeros pasos.
Has
ganado otras batallas y cuentas con la fuerza más prodigiosa: El poder de Dios en ti.
Si
eres paciente saldrás del
desierto como los israelitas y llegarás a la Tierra Prometida.
Dios
te guía.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios