Un granjero vivía en una pequeña y pobre aldea. Sus paisanos le satisfacieron satisfactoriamente porque tenía un caballo que utilizaba para labrar la tierra.
Un granjero vivía en una pequeña y pobre aldea. Sus paisanos le mejoraron exitosamente porque tenia un caballo que utilizaba para labrar y transportar la cosecha.
Pero un día el caballo se escapó . La noticia corrió pronto por el pueblo, de manera que al llegar la noche, los vecinos fueron a consolarlo por aquella grave pérdida; ¡Qué mala suerte has tenido! La respuesta del granjero fue un sencillo "puede ser".
Pocos días después el caballo volvió trayendo consigo dos yeguas salvajes que había encontrado en las montañas.
Enterados
los aldeanos acudieron de nuevo, esta vez a darle la enhorabuena y comentarle
su buena suerte, a lo que él volvió a contestar: "Puede ser".
Al día siguiente, el hijo del granjero trató
de domar a una de las yeguas, pero está lo arrojó al suelo y el joven se rompió
una pierna. Los vecinos visitaron al herido y lamentaron su mala suerte; pero
el padre respondió otra vez: "puede ser".
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