Los placeres sencillos son servicios gratuitos
y eres sabio cuando eliges disfrutarlos y compartirlos.
Se esconden en los hechos simples, no te lo
pierdas deslumbrado por lo grandioso y anímate a servir al valorarlos.
Agradece
a Dios el despertar del sol, el agua que te refresca, el sabor del pan y la
música que te divierte.
Da
gracias por tus vestimentas y tu calzado, alégrate con las flores y con el
vuelo de una mariposa.
Vive abierto al asombro y nunca dejes de
maravillarte con los inventos y con tantos dones.
Es
un regalo que la nevera conserve tus alimentos, el horno los caliente y el
teléfono te comunique con los demás.
Sorpréndete hoy de que el jabón te limpie, el
reloj te dé la hora, un radio te informe y un vehículo te movilice.
Tu vida está llena de servicio, de prodigios y
de detalles tan simples como valiosos.
Apreciarlos
y agradecerlos es saber vivir.
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