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LA FELICIDAD PERFECTA NO EXISTE


A pesar de que la felicidad no es fácil de medir ni de definir, todo el mundo está preocupado en alcanzarla totalmente, y para siempre.

En Amazon, por ejemplo, una simple búsqueda nos arroja más de 12.000 libros en inglés con «felicidad» en el título, la mayoría de los cuales prometen recetas para alcanzar la plena felicidad.

Afortunadamente, tales libros no funcionan del todo, no porque estén mal escritos o mal enfocados. Es nuestra propia biología la que evita que alcancemos la felicidad prometida a modo de mecanismo de supervivencia.

La novela de Will Ferguson titulada Happiness plantea la siguiente hipótesis: imaginemos que alguien escribiera un libro de autoayuda perfecto que ofreciera la felicidad absoluta e indefinida, ¿qué le pasaría a la sociedad? Pues que la gente dejaría de hacer cosas, las sociedades de fosilizarían, y el mundo dejaría de evolucionar. El corolario de la obra es que la felicidad no es un estado, sino un anhelo y una persecución; que la verdadera felicidad es el proceso de búsqueda de la felicidad.

Tal y como señala muy acertadamente un fragmento de la novela:

¿Qué somos, Jack? ¿Quiénes somos? No somos nuestros cuerpos. No somos nuestras posesiones, ni nuestro dinero ni nuestra posición social. Somos nuestras personalidades. Nuestras flaquezas, nuestras manías, nuestras excentricidades, nuestras frustraciones y nuestras fobias. Si quitamos todo eso, ¿qué nos queda? Nada. Sólo caparazones humanos felices y estúpidos. Miradas vacías y expresiones insípidas, Jack (…)
Pronto todo el mundo hablará igual, sonreirá igual, pensará igual. Las personalidades se diferencian cada día menos. Las personas están desapareciendo. Y usted es el culpable, Jack. Es un asesino.

Afortunadamente, no existe una fórmula para alcanzar la felicidad perfecta y eterna, y nuestro propio cerebro, en el caso de alcanzar la plenitud, perseguirá nuevos finisterres que supongan un nuevo desafío y, en consecuencia, una nueva cuota de felicidad.

Porque la felicidad paralizadora no es verdadera felicidad, tal y como el profesor de Psicología de la Universidad de Harvard Daniel Gilbert ha sugerido. Gilbert argumenta que sabemos con qué cosas podemos obtener la felicidad y con cuáles no, pero no sabemos cómo conservarla, y que esto es bueno.  Nuestras emociones tienen que movilizarse. Si siempre fuéramos felices no estaríamos motivados para hacer cosas.

Según la encuesta UK MORI 2007, la gente suele mostrarse convencida de que será más feliz si mejora los cinco factores siguientes: salud, familia, amigos, viajes y riqueza.

 Sin embargo, alcanzar la plenitud en estos cinco factores probablemente no nos garantizará una felicidad perpetua, aunque sí duradera. Lo que ocurrirá es que, tarde o temprano, hallaremos que no estamos tan satisfechos con cualquiera de esos factores, o incluso perseguiremos otros diferentes. Además, tales factores no son, aunque creamos lo contrario, algo así como tesoros sin mácula: todos ellos tienen sus matices y consideraciones
Mientras que pasar de la pobreza a un estatus medio conlleva ciertamente un gran impacto en las vidas de las personas, pasar de unos ingresos medios a unos altos no aporta un incremento significativo de la felicidad.


La salud sí parece ser importante, pero sólo cuando pasamos de los 65 años.

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