Se llama sibarita a una persona de
gustos "refinados" e inclinada al lujo.
La etimología de este término deriva de la
ciudad de Síbari y, más concretamente, de la antigua colonia griega de la que
toma el nombre, Sibaris,
famosa por la vida lujosa y regalada de sus habitantes.
Por lo
general, se trata de
personas con alto nivel adquisitivo, gracias al que pueden permitirse el acceso
a artículos y bienes exclusivos y de valor elevado. Algunos pueden tener
el hábito o costumbre de hacer
ostentación de dicho poder adquisitivo, y en tal caso, dicha ostentación
forma parte de su carácter sibarita. El sibaritismo puede referirse a cualquier orden de la vida o volcarse
de forma más concreta en determinado tipo de bienes o manifestaciones y, así,
pueden encontrarse sibaritas de la comida, de la música, de la tecnología,
etc.
Origen etimológico
La palabra "sibarita"
proviene de Sibaris, una ciudad de la Magna Grecia, destruida hacia el 510 a. C. Los
habitantes de Sibaris eran reconocidos por su inclinación al lujo y al ocio.
Precisamente la destrucción de Sibaris
tiene que ver con el refinamiento extremo del que sus habitantes hacían gala. Presumían éstos de que sus
caballos de guerra bailaban al son de la música y, de acuerdo con la leyenda, cuando entraron en guerra con la
vecina Crotona, ésta
contrató músicos que en plena batalla hicieron tocar sus instrumentos,
por lo que los caballos de los sibaritas se pusieron a bailar y fueron fácil
presa de sus enemigos, que destruyeron la ciudad. Desde entonces nunca volvió a existir como tal.
Características
El sibarita se distingue,
fundamentalmente, por el placer que obtiene a través del uso, posesión o
consumo de ciertos bienes raros, exclusivos y, por lo general, de alto valor,
que suelen relacionarse con un determinado concepto de la elegancia o el
prestigio mundano.
Por ejemplo, un sibarita puede hacer toda una ceremonia del mero acto de
consumir una simple taza de té con tal que dicho acto involucre la utilización
de una clase de té especialmente raro y exquisito y el uso de un bello juego de
té de porcelana. Esto no resulta necesariamente costoso a día de hoy, pero
proporciona a quien lo disfruta una sensación de singularidad. Lo relevante, en
este caso, es la sensación subjetiva provocada por el acceso a dichos lujos que
muy pocas personas disfrutan, y no tanto el costo de disfrutarlos. El sibarita
frecuentemente comparte conductas e incluso rasgos del carácter con el
excéntrico, el dandi o el llamado "hombre de mundo", por lo que bien
puede decirse que todos esos términos presentan grandes intersecciones
semánticas entre sí.
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