Un
paso sabio en tu vida es reconocer que casi siempre los otros son un espejo
para mirarte.
Acepta
que a veces criticas en el otro lo que tú hiciste antes
o lo que aún haces, pero te cuesta aceptarlo.
Hay una tendencia solapada en el ser humano para juzgar en los demás los
defectos propios.
En otras ocasiones, acaso ya no haces
lo que juzgas, pero lo hiciste y no te lo has perdonado.
Entra, pues, dentro de ti, serénate y elige cultivar tres
valores: Perdón, tolerancia y aceptación.
Ponte
los lentes de la comprensión y trata de entender los vacíos y los motivos de los que
yerran.
Cada
ser tiene sus razones y, aunque te suene raro, está haciendo lo mejor que puede
en su estado de conciencia.
Sí tú te crees más avanzado, ¿por qué
juzgas? Escucha lo que dijo Yeshua: No juzgues y no serás juzgado.
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