Cuando
el odio o la amargura se asientan en tu alma, no es extraño que después la
enfermedad se instale en tu cuerpo.
Por eso aprende de las nubes que se descargan
y envían la lluvia sobre la madre tierra.
Suelta
tú también el odio y la culpa, la angustia y los afanes, antes de que te roben
la paz y la alegría.
Perdónate con tierna compasión y mira a los
demás con los ojos del amor y la compasión.
Sé
agradecido porque el sol no sale o se va bien temprano para los inconformes y
los quejumbrosos.
Aprende de aquellos que sonríen desde una
silla de ruedas o cantan mientras reciclan la basura.
Cuenta
tus bendiciones, vive en sintonía con Dios y la ansiedad y el miedo se irán de
tu interior.
Deja todo lo que te pesa y sé libre como esas
aves que dejan su viejo plumaje y se renuevan sin cesar.
no me sirvio de nada
ResponderBorrarpero bueno
gracias