Examina los eventos de tu vida y podrás
comprobar que nada sucede de repente ni al azar.
Donde ves una planta existió antes una
semilla, y hoy recoges lo que sembraste en el pasado.
Vives
sembrando y en este ahora
estás cosechando los frutos del ayer y preparando los del mañana.
Dios
mismo ni siquiera tiene que intervenir porque hay un plan y existen unas leyes espirituales.
Por
eso, es insensato culpar al Creador, puesto que Él puso este mundo en nuestras manos como seres libres.
Cada persona modela su vida y todos los
actos llevan en sí
una semilla de bien o de maldad.
Siempre recoges lo que siembras y cada
acción tiene su reacción tarde o temprano.
Si lo
crees serás cauto y prudente, sabio y amoroso.
Eres el forjador de tu propio destino.
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