Toma hoy una sabia decisión: Prescindo
del juicio y elijo entender a los otros y aceptarlos como son.
Si lo
haces alégrate mucho
porque puedes avanzar sereno por el sendero del amor a ti mismo y a los demás.
Date cuenta de que no puedes ser feliz
mientras estás muy ocupado en juzgar o en condenar.
Cada persona está en su proceso y,
aunque te suene raro, hace lo mejor que puede según su estado de conciencia.
Toda la
energía que malgastas en
juzgar inviértela en comprender y en ser inmensamente compasivo.
Dejar de juzgar es uno de los indicios que muestran si
una persona de verdad es espiritual.
Jesús
lo vio claro cuando
perdonó a tantos y cuando decía lleno de amor: “No vine a juzgar sino a
salvar”.
Si ves
a Dios en cada ser y aceptas
que todos somos uno podrás cambiar el juicio por compasión y estarás en paz.
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