Cuando
la vida parece difícil, es porque estás comparando las cosas con lo bien que
podrían estar.
Cada vez que encuentras una dificultad, recuerda ver
todas las expectativas positivas y las posibilidades que se te presentan. Trata
que esa sensación de dificultad te lleve a una sensación de empoderamiento.
Si sabes que las cosas pueden mejorar es porque estás a
un paso de comenzar a hacer que las cosas cambien.
Puedes
optar por convertirte en un consternado por las dificultades o llegar a entusiasmarte
con las posibilidades positivas que se te ofrecen.
Los retos y las dificultades pueden ser algo muy valioso.
Con ellas puedes marcar una diferencia positiva en tu vida teniendo a Dios de
tu lado.
Cuando
la vida parece difícil responde con gratitud y entusiasmo y luego ponte a
trabajar en la transformación de esas dificultades para darles un valor positivo.
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