No seas demasiado duro contigo mismo. Pero tampoco seas
demasiado fácil.
Esfuérzate
de manera constante y persistente hacia el éxito y el logro significativo de
tus metas y no te rindas cuando te
suceda un fracaso.
Recuerda que la mayoría de las cosas rara vez son tan
buenas o tan malas como parecen. Toma las subidas y las bajadas con calma, sin
dejar que las dificultades se te saquen del camino que haz trazado.
Actúa
con confianza, pero sin arrogancia. Vive con humildad, pero sin desesperación.
Vive cada día con la mejor de las expectativas y disfruta
tus logros.
Mantén
tu enfoque siempre en lo realmente importante y encuentra la verdadera bondad,
sentido y plenitud de la vida que Dios te ha dado.
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