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¿CUALES SON LAS MATERIAS QUE SÍ SE DEBERÍAN ENSEÑAR EN LA ESCUELA?


LA EDUCACIÓN NECESITA UN CAMBIO SUSTANCIAL PARA CONSTRUIR TANTO EL PRESENTE COMO EL FUTURO QUE DESEAMOS
Como bien se sabe, la educación que se imparte en las escuelas es uno de los principales factores que influyen en la organización social. De una u otra manera, toda forma de escolarización moldea a generaciones enteras en el aprendizaje de ciertas ideas, conocimientos determinados o maneras específicas de acercarse a la realidad. En ese sentido, no existe la escolarización “neutra” ni “objetiva”, sino más bien, si acaso, formas de escolarización socialmente aceptadas y útiles para ciertos fines.

Sin embargo, la historia humana es un río en movimiento perpetuo, y los modelos educativos son uno de los resultados de esa agitación perenne. Si ciertas formas de educación fueron útiles en el pasado, ¿eso quiere decir que siguen respondiendo a las necesidades presentes? ¿Y qué decir del futuro? ¿No es la educación uno de los mejores terrenos para preparar el porvenir que quisiéramos?

A continuación presentamos seis sugerencias de materias que valdría la pena incluir en los modelos educativos de nuestra época. Las seis responden a necesidades actuales e incluso urgentes, dadas las condiciones que se viven actualmente y que, en ciertos casos, es imperioso modificar.

Materias que deberían enseñar en la escuela

Nutrición
Nos alimentamos todos los días, pero eso no quiere decir que lo hagamos bien, de tal modo que, como se decía en la Antigüedad, el alimento sea nuestra medicina. Una actividad tan elemental y tan cotidiana como comer tiene por esto mismo una influencia decisiva en nuestro bienestar en todo momento, tanto en el instante mismo en que vivimos como para el mediano y el largo plazo.
La energía que tenemos para acometer nuestras actividades diarias, nuestro estado de salud, incluso nuestro ánimo y nuestras emociones o nuestras capacidades cognitivas, dependen en grado sumo de nuestra alimentación.
En Internet hay información más que suficiente sobre los elementos que conforman una dieta balanceada. También sobre los efectos que el exceso de azúcar, de sal y de grasa tiene en la salud humana. Una buena sesión informativa te puede ofrecer los primeros indicios para que comiences a considerar la importancia capital que tiene la nutrición en tu vida y, eventualmente, puedes consultar a un profesional de la nutrición.

Inteligencia emocional
Otro ámbito que tendemos a subestimar en nuestra existencia son las emociones. En el tipo de cultura en el que vivimos –dominada ampliamente por un sistema cartesiano-racional de pensamiento– las emociones se desdeñan por considerarse estados transitorios e incomprensibles en sí mismos. Se cree, erróneamente, que “la razón” o la “voluntad” son cualidades que se bastan a sí mismas para conducir la existencia y que además son capaces de dominar los arrebatos de emociones como la tristeza, la decepción, el enojo u otras.
Nada más falso, sin embargo. El ser humano alcanza el bienestar auténtico únicamente cuando es capaz de tomar conciencia de todas las partes que lo integran, incluso esas zonas a veces confusas que forman el ámbito de las emociones.
La llamada “inteligencia emocional” no es otra cosa más que una disciplina que nos enseña a desarrollar los recursos necesarios para entender nuestras propias emociones. Por más extraño que esto parezca hay, por ejemplo, personas que se sienten tristes pero no entienden por qué, y así en otros casos en que el sujeto es un desconocido para sí mismo. Pues bien, la inteligencia emocional justamente enseña al ser humano a conocerse.

Creatividad
Se dice que la creatividad no puede enseñarse, pero esta es una afirmación basada en el prejuicio, la ignorancia y las limitaciones que aprendimos a ponerle a nuestro propio potencial. El ser humano es por naturaleza un ser creativo, sin duda el animal más creativo que existe en este planeta; ¿por qué habríamos de decir entonces que la creatividad no es para todos?
Es cierto: no es posible enseñar la “fórmula” para ser creativos, pero sin duda sí es posible poner las condiciones necesarias para recuperar la creatividad que a veces la formación escolar e incluso la formación familiar y social nos quitan.
El pensamiento lateral, la formación artística, la libre expresión, la improvisación actoral son algunas estrategias que, fomentadas y practicadas en un ambiente propositivo y amistosos, seguramente alentarían el espíritu creativo que todos llevamos dentro.

Cooperación
Durante muchos siglos, la cooperación fue la base de la evolución humana. De alguna manera todavía lo es, pues nuestra especie está “programada” naturalmente para formar lazos y trabajar en equipo.
Hoy en día, no obstante, esa cooperación se realiza más bien por obligación o por rutina, acaso por inercia histórica, y no tanto porque de verdad deseemos trabajar hombro con hombro con nuestros congéneres.
¿Pero qué pasaría si nos diéramos cuenta de que el trabajo organizado es el canal predilecto del desarrollo colectivo? Si en las escuelas se nos enseñara no sólo a trabajar en equipo, sino sobre todo a darnos cuenta de los enormes beneficios que esto puede generar, ¿no seríamos quizá más proclives a buscar la cooperación de los otros?

Programación
Sabemos bien que la programación informática es un conocimiento clave de nuestra época. Sin embargo, su enseñanza sigue estando reservada a niveles superiores de la escolarización, a pesar de que en ciertos estudios se ha demostrado que los niños no sólo son capaces de entender y usar los lenguajes de programación, sino que además, aprender éstos en edades tempranas conduce después a una aplicación mucho más ingeniosa e innovadora de la tecnología.

Conciencia ambiental
La crisis ambiental en que vivimos es el resultado directo de las acciones humanas. Eso es ya indiscutible. No obstante, en otro sentido, eso quiere decir que quizá nuestras decisiones de todos los días podrían también contribuir a revertir la situación. En otras palabras, así como provocamos el problema, hacer lo necesario para contribuir en la solución.
¿Qué pasaría si la educación hiciera más énfasis en los efectos que nuestros hábitos tienen sobre el planeta? ¿Viviríamos menos encerrados en la burbuja egoísta de nuestra comodidad? ¿Tomaríamos más acciones en favor de la Tierra, el único hogar que tenemos?

Finanzas personales
El dinero es una invención humana, pero tan poderosa, que nuestra realidad es prácticamente inconcebible sin él. En ese sentido, la actitud más sensata que puede tomarse con respecto al dinero es aprender pronto en la vida a manejarlo (y así evitar que sea esa ilusión la que maneje nuestra vida).
Saber cómo ahorrar o cómo funciona una inversión; aprender a calcular los impuestos; entender nociones como la tasa de interés, entre otros elementos básicos de la contaduría y las finanzas, puede indudablemente facilitar ciertos aspectos de la existencia e, incluso, convertirse en un factor de desarrollo personal que permita moverse con mayor libertad.

Meditación
Si bien la meditación está asociada con ciertas doctrinas espirituales de Oriente (el hinduismo y el budismo, sobre todo), su práctica no está necesariamente ligada a alguna religión o filosofía. Meditar es en cierta forma nada más que aprender a observar nuestra propia mente. Una acción tan aparentemente sencilla que, no obstante, es sumamente difícil de realizar y, por otro lado, cuando se logra, es capaz de desencadenar toda suerte de efectos positivos en el bienestar de una persona y aun de comunidades enteras.
Si el ser humano tuviera mejores herramientas para conocerse y comprenderse, sin duda emociones como la violencia, la frustración, el miedo u otras se presentarían menos o de otras maneras, y es muy posible que en ese caso no provocarían las conductas disfuncionales que se ven en las sociedades contemporáneas.
¿Por qué no entonces hacer de la meditación una práctica común? ¿Por qué no enseñar a una persona a meditar con la misma importancia con que se le enseña a leer o a hacer cuentas?

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