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LA VIDA SE COMIENZA A TOMAR EN SERIO A LOS 30


La vida comienza a tomarse más en serio: aparece la presión de la decisión de tener o no hijos.

Ahora tengo más responsabilidades. Soy esposa, madre y profesional, entonces hay que repartir el tiempo y estar pendiente de todo. Me preocupa el bienestar de mi hijo de casi 2 años al ver cómo está la situación nacional y hasta mundial”. Gloria Bueno, 30 años, comunicadora.

Pienso en el mundo que les está quedando a las generaciones futuras. Nosotros crecimos con valores, autoridad, respeto y normas que debían cumplirse. En cambio, ahora lo que veo es una sociedad donde los niños son cada vez más independientes, pero no en el buen sentido, pues la velocidad y la información que tienen a su alcance son tantas que parece que estuvieran en su propio mundo”. Alejandra Türk, 34 años, diseñadora de interiores.

Es una edad difícil porque surge la sensación de que lo que no se haga en este tiempo ya no se hizo, porque se acaba la juventud. La vida comienza a tomarse más en serio: aparece la presión de la decisión de tener o no hijos, en parte por aquello del reloj biológico y las posibles dificultades para embarazarse; muchas de las que conviven con su pareja piensan en casarse para formalizar esa relación; la competencia en el mercado laboral se hace más fuerte, entonces hay que prepararse más y no bajar la guardia.

Muchas han ido construyendo una exitosa carrera laboral, es el momento de ascender más, asumir más responsabilidades, ganar más. “Piensan: ‘o se la meto toda ahora a mi carrera o la abandono’ para formar una familia, o porque el esfuerzo no ha valido la pena y se desaniman”, explica Isabel Londoño. A muchas, complementa, les toca trabajar, viajar, trasnochar, atender a los hijos (que están pequeños) y a la pareja, “y comienzan a sentir la presión del balance de la vida laboral y personal, buscan flexibilidad para disfrutar de su tiempo, de sus amigas, de sus actividades”.


El bienestar emocional cobra importancia ante tantos frentes por atender y la presión por hacerlo todo bien, por demostrar que sí pueden. “Se cuestionan sobre su eficacia como mamás, profesionales, pareja, si lo están o no haciendo bien”, comenta María Elena López. Y viene la presión sobre la pareja en el tema de la equidad en las tareas de la casa, los aportes económicos, por lo que puede haber mucho malestar entre ellos. “Muchas no saben cómo hacerlo y quieren imponer el modelo sin negociar con el otro”.

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