En un refugio investigativo de
orangutanes fue famoso hace años uno muy hábil al que llamaban Fumanchú.
Este animal había aprendido a abrir las
puertas con una ganzúa que escondía en medio de su pelaje.
Abría toda
clase de candados, liberaba a sus compañeros y dejaba estupefactos a sus
guardianes.
En
suma, hacía lo que ojalá hiciéramos nosotros sin cesar en el plano espiritual: recuperar la libertad.
Un
desafío cotidiano en una sociedad en la que muchos están en cárceles emocionales sin darse cuenta.
Y de
allí no se sale con una ganzúa o con la astucia que tuvo el famoso Houdini sino
con un despertar de conciencia.
Y
surge, entonces, la pregunta: ¿Cómo se hace click para lograrlo?
La verdad es que cada persona despierta
de distinta manera. Lo importante es salir del autoengaño, cuestionarse y
buscar.
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