Saber perdonar y pedir perdón es una experiencia liberadora y
gratificante.
Perdonar siempre estuvo vinculado con
un cierto orden moral o religioso. Sin embargo, por estos tiempos, el perdón se
convirtió en un tema de interés científico.
Estudios
realizados en los últimos 10 años certifican que quien perdona
o pide perdón mejora su salud física y mental e incluso se cree que el perdón
aumenta la autoestima e influye en la superación de estados depresivos y
sentimientos de duelo; puede evitar, incluso, desajustes cardiovasculares.
Una
investigación hecha en Argentina sobre la importancia de perdonar y las razones
para hacerlo, reveló que gran parte de los 1715 encuestados consideran que perdonar es importante y que las mujeres perdonan más que los
varones.
Las
concepciones sobre el tema son diversas. Según quienes investigan sobre el tema
tienen dificultades en
definir si perdonar es una capacidad, una virtud o un aspecto de la
personalidad. "Perdonar
es un proceso interno que se permite la persona perjudicada. Es un
trabajo individual que, a veces, no necesita que quien haya provocado el daño
pida perdón. A veces, el victimario no quiere o no puede disculparse; sin
embargo, pese a que nunca exista el pedido, hay quienes quieren y pueden perdonar",
asegura.
En
el mundo del pedir perdón-perdonar siempre hay una víctima y un victimario. Alguien se siente agredido, dañado o perjudicado
por otro, con intención o sin ella.
Es
un escenario tan subjetivo que puede estar embarrado por extremas evidencias
así como apenas salpicado por sutilezas insignificantes.
Cuántos amigos, parejas y familias se
perdieron porque alguien no supo perdonar o pedir perdón a tiempo. "El
perdón es liberador y libera a quien perdona -asegura el experto-. Se vive como un desprenderse de
una mochila, de una carga muchas veces insoportable".
Así
como perdonar no significa
recomponer vínculos (reconciliación), poder perdonar no excluye la opción de
reclamar justicia. Perdonar no es justificar, excusar u olvidar.
Perdón no implica indulto, pero tampoco debería promover el
ánimo de venganza. Desde el punto de vista psicológico, hay tres caminos de manejar el odio, el resentimiento y la bronca:
negarlo, vivir enojados o perdonar.
En
un estudio hecho en la U. de Tennessee (EE. UU.) sobre las razones para
perdonar, un 30 por ciento de los encuestados relacionó el perdón con la
importancia de la relación interpersonal que está en juego; el 26 por ciento,
con la propia salud mental y el bienestar psicológico; el 21 por ciento admitió
que es necesario perdonar para ser perdonado; un 20 por ciento dijo que se
puede perdonar cuando quien causó el daño pide disculpas, y el 11 por ciento
alegó cuestiones religiosas.
Hay tantos niveles de perdón y
posibilidades de perdonar como emociones, afectos, recuerdos y sentimientos
puedan implicarse entre las partes.
Perdonar, una acción que tiene beneficios
-
Pedir perdón-perdonar implica lograr el desarrollo de una
actitud comprensiva y flexible.
- Es reconocer que podemos equivocarnos, tanto al haber dañado
a alguien como cuando nos sentimos dañados por otro.
- Es saber ponerle fin a un ciclo de dolor personal o generacional.
Es
una posibilidad mucho más próxima a ser perdonado o a que nos pidan perdón.
- Puede ser la mejor acción de compromiso que podemos enseñar;
vivir en familias enojadas es una de las mayores inseguridades que les damos a
nuestros hijos.
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