Si no estás hipnotizado por lo aparente y atrapado en el
frenesí de comprar y poseer más, esta Navidad puede ser un renacimiento.
Sintonizado
de verdad con Jesús, celebrar su venida a la
Tierra será una experiencia con un halo sagrado.
Vas a
sacar tiempo para relajarte, aquietar la mente volátil, distensionar tu cuerpo, orar y meditar.
En
internet encuentras muy buenas meditaciones guiadas que te llenarán de esa paz
que anunciaron los ángeles.
Sé consciente de que Navidad es una celebración espiritual con tres estrellas refulgentes:
Espiritualdad, familiaridad y humildad.
Sin
ellas esta festividad de varios días se desdibuja y
solo es un festejo externo que no deja huella.
Un gran aguinaldo es perdonarte y perdonar, estrechar lazos
de amor familiar y amistad, compartir, dar y recibir afecto.
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