Fraccionar
las comidas (tomar entre 5 y 10 pequeñas al día).
Evitar
el azúcar, la panela, los bocadillos, las mermeladas, la gelatina y la miel de
abejas, entre otros azúcares refinados, así como la sal, las grasas trans (las
que se encuentran principalmente en alimentos industrializados, tras ser
sometidos a procesos de hidrogenación) y el alcohol en exceso.
No se trata de dejar de comer rico, sino de controlar las
cantidades, las porciones y la frecuencia.
Consuma frutas como el banano, el mango y la manzana pero
siendo estrictos con las cantidades ( la mitad de la porción normal) .
Incluya cereales (avena, maicena, harina de trigo), papa,
yuca, arracacha, plátano y granos y leguminosas (fríjol, garbanzo, lenteja y
arveja).
Una
dieta controlada se traduce en una mejor calidad y mayor de mayor expectativa
de vida.
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