En
el año 322 a.C. murió uno de los seres más dignos de admiración por su fe, su
entrega y sus ímpetus.
¿Quién no ha oído hablar de Demóstenes? Es fascinante
que ese tartamudo haya llegado a ser el mejor orador de su época.
Demóstenes se enfrentó a Filipo, padre de
Alejando Magno, y criticó
sus abusos en las famosas Filípicas.
Sabemos que por meses y meses se dedicó a corregir su defecto con una
paciencia formidable.
Una de sus estrategias consistía en hablar llevando piedritas en su
boca y también hacía discursos en voz alta.
Hoy en día parece mentira que un tartamudo se
haya convertido en uno de
los más grande oradores de todos los tiempos.
Se
enfrentó con éxito a otro orador llamado Esquines y
siempre defendió la independencia de Atenas.
Piensa en él cuando estés bajo de aliento y no
sucumbas. La confianza te
ayuda a conquistar metas esquivas.
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