Una
niñita le estaba hablando de Jonás y la ballena a su maestra descreída.
La profesora dijo que era imposible que una ballena se tragara una persona porque su garganta no era tan grande.
La niña afirmó que Jonás había sido tragado por una ballena.
Irritada, la profesora le repitió que una ballena no podía tragarse ningún humano y que físicamente era imposible.
La niñita dijo: Cuando llegue al cielo le voy a preguntar a Jonás y pediré permiso a Dios para contárselo a usted.
La maestra dijo con sorna: ¿Y qué pasa si Jonás se fue al infierno?’
La pequeña no se inmutó y contestó: Entonces le tocará a usted preguntarle.
Esta historia es buena para aquellos maestros que hacen mofa de la fe de sus alumnos o colegas.
Dan pesar porque se empecinan en contagiar a otros de una incredulidad que nada bueno les aporta.
La profesora dijo que era imposible que una ballena se tragara una persona porque su garganta no era tan grande.
La niña afirmó que Jonás había sido tragado por una ballena.
Irritada, la profesora le repitió que una ballena no podía tragarse ningún humano y que físicamente era imposible.
La niñita dijo: Cuando llegue al cielo le voy a preguntar a Jonás y pediré permiso a Dios para contárselo a usted.
La maestra dijo con sorna: ¿Y qué pasa si Jonás se fue al infierno?’
La pequeña no se inmutó y contestó: Entonces le tocará a usted preguntarle.
Esta historia es buena para aquellos maestros que hacen mofa de la fe de sus alumnos o colegas.
Dan pesar porque se empecinan en contagiar a otros de una incredulidad que nada bueno les aporta.
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