Analizar es una habilidad muy positiva y
necesaria. Analizamos para ser más eficaces en nuestras decisiones. Investigar,
recabar información, establecer pautas de actuación, preparar la cronología de
actividades, planificar una jornada.
Actividades y tareas basadas en el análisis. Pero pongamos alerta al nivel de análisis que empleamos en nuestras vidas,
porque puede ser contraproducente.
El análisis y la preparación nos aportan confianza
en el resultado ya que obtenemos métricas que nos garantizan que ese resultado
sea factible y realista. Nos aportan información,
y ya sabemos que la información es poder porque con información se multiplican
las opciones y en consecuencia, las acciones. Nos aporta tranquilidad al saber que si se ejecuta
el plan conforme a lo planeado todo irá bien. Nos aporta coherencia y orden. En definitiva, el
análisis es necesario e indudablemente
es mejor analizar que no hacerlo.
Pero como
dice el popular aforismo, “todo
en exceso es malo”, y en esto el excesivo análisis no es una excepción.
Cuando necesitamos tener medido y organizado todo el camino hacia nuestro
objetivo estamos entrando en la zona negativa de la planificación y el
análisis. Las personas que
han logrado conseguir grandes sueños son buenos estrategas en cuanto a la
planificación de sus objetivos, pero emplean una reducida parte de sus
recursos en ello, porque entienden que una planificación exhaustiva no garantiza el resultado.
El principal
hándicap del análisis
excesivo es que limita la acción. Y no hay nada que nos aporte mayor
aprendizaje que la acción. Solo obtendremos un resultado si llevamos a cabo
acciones. No sabremos si estamos en lo cierto hasta que no hayamos acertado o
errado. El resultado de un
excesivo análisis será sin duda, la parálisis. La parte de acción que
dedicamos a nuestros objetivos debe ser muy superior a la parte de análisis. En definitiva, actuar debe ser
una prioridad frente al análisis, y debemos evaluar cuánto tiempo dedicamos a
analizar en lugar de actuar.
Las consecuencias de un análisis excesivo serán:
*Perder
información que nos aporta la experiencia
*Incremento
de dudas y miedos
*Desviación
del objetivo
*Disponer de
menos tiempo para la acción
*Influencias
negativas por comparación hacia otras personas
*Pérdida de
foco
*Pérdida de
creatividad e improvisación
La mejor herramienta para combatir el exceso de
análisis es la intuición.
Si preguntas a alguna persona que haya conseguido alguna gran hazaña, seguro
que te responderá que en muchos momentos, la intuición acerca de que estaba en
el camino correcto era lo que le motivó a seguir. La intuición es una habilidad
con un gran poder, hasta el punto que permite olvidarse de los datos y
centrarse en las acciones.
Tener fé en el objetivo nos va a permitir trabajar
con mayor eficacia y que los miedos e imprevistos nos condicionen mínimamente. La intuición consiste en creer que lo
que no depende de nosotros va a favorecernos en el momento oportuno, o que al
menos no va a limitarnos.
No se deje influenciar por personas excesivamente
analíticas. Este tipo de
personas dan la sensación de tenerlo todo controlado y de conocer cada variable
posible. Pero lo cierto es que nadie puede controlar todos los factores ni
conocer todas las claves hacia su objetivo. Las personas excesivamente
analíticas disgregan toda la información hasta tal punto que pierde efectividad
en detrimento de la información global, el conjunto. Hay cosas que son
poderosas por lo que significan en su conjunto, y pierden significado al analizarlas
por partes.
Debemos escuchar a todas las personas, porque eso
nos hace grandes a nosotros como individuos. Pero una cosa es escuchar y otra muy distinta dejarse
influenciar. No se deje influenciar si no comparte otros argumentos. Y utilice
su intuición en estos casos para determinar si lo que siente es mas fuerte que
lo que le llega de fuera.
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